De nakba en nakba
Hoy publico en el diario El Correo y en otras cabeceras del grupo Vocento este artículo sobre los acontecimientos registrados en Gaza en el curso de los cuales fueron asesinados 60 palestinos por parte de las fuerzas militares israelíes. El mundo, una vez más, permanece impasible ante la sistemática violación de los derechos más elementales del pueblo palestino.
La conmemoración del septuagésimo aniversario de la ‘nakba’
no podría haber sido más traumática. La ‘nakba’ (en árabe, catástrofe) es el
término que los palestinos emplean para referirse a la guerra de 1948 que se
saldó con la creación de Israel y la destrucción de la sociedad palestina. Dos
de cada tres palestinos (en total, 750.000 personas) fueron expulsados de sus
hogares en el curso de las batallas y las operaciones de limpieza étnica que
siguieron a la aprobación del Plan de Partición de Palestina por la ONU el 29
de noviembre de 1947. La mayor parte de ellos se convirtieron en refugiados en
Gaza, Cisjordania o Jerusalén Este, el resto tuvieron que marchar a los países
vecinos y sobrevivir gracias a la ayuda prestada por la Agencia de Naciones
Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA), que en la actualidad gestiona 58
campamentos.
A pesar de que la resolución 194 de la Asamblea General,
aprobada el 11 de diciembre de 1948, estableció con nitidez que Israel debería «permitir a los refugiados que deseen
regresar a sus hogares y vivir en paz con sus vecinos, que lo hagan así lo
antes posible, y que deberán pagarse indemnizaciones a título de compensación
por todo bien perdido o dañado», lo cierto es que siete décadas después millones de
palestinos languidecen en los campamentos de refugiados a la espera de que se
aplique dicha resolución. Según la UNRWA, en la actualidad hay cinco millones y
medio de refugiados.
De entre todos los refugiados, los que atraviesan una
situación más desesperada son los palestinos de la Franja de Gaza, ya que al desplazamiento
y a la desposesión que sufren desde 1948 ha de sumarse el bloqueo que padecen
desde 2007. Tres de cada cuatro de los dos millones de habitantes de este
pedazo de territorio de apenas 365 kilómetros cuadrados son refugiados. Como
consecuencia del bloqueo por tierra, mar y aire impuesto por Israel, el 80% de
la población depende por completo de la ayuda internacional. Para rematar la
situación, la Potencia ocupante ha lanzado frecuentes campañas militares contra
la franja (bautizadas con nombres tan efectistas como Plomo Fundido en 2008,
Pilar Defensivo en 2012 y Margen Protector en 2014) que han agravado
notablemente la crisis humanitaria.
Por eso, la reciente matanza de 60 palestinos por el ejército israelí no debería contemplarse como un hecho episódico, sino como un eslabón más de la cadena de agresiones que viene sufriendo el pueblo palestino desde hace 70 años. Como ha denunciado Rupert Colville, portavoz de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos: «Parece bastante claro que se está matando de forma indiscriminada: el uso de la fuerza letal debe ser el último recurso, no el primero y debe responder a una amenaza a la vida. El intento de saltar o dañar una valla, o lanzar cocteles molotov no es claramente una amenaza de muerte».
Por eso, la reciente matanza de 60 palestinos por el ejército israelí no debería contemplarse como un hecho episódico, sino como un eslabón más de la cadena de agresiones que viene sufriendo el pueblo palestino desde hace 70 años. Como ha denunciado Rupert Colville, portavoz de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos: «Parece bastante claro que se está matando de forma indiscriminada: el uso de la fuerza letal debe ser el último recurso, no el primero y debe responder a una amenaza a la vida. El intento de saltar o dañar una valla, o lanzar cocteles molotov no es claramente una amenaza de muerte».
El hecho de que estos incidentes se hayan producido el día
en que Israel celebraba el 70 aniversario de su creación no es casual, ni tampoco
que ese mismo día EEUU trasladase su embajada de Tel Aviv a Jerusalén, cuya
parte oriental forma parte de los territorios que Israel ocupa desde 1967. De
hecho, la controvertida decisión de Trump vacía de contenido las negociaciones
de paz, congeladas desde el fracaso de la Cumbre de Camp David en el año 2000,
al considerar a Jerusalén como capital unida e indivisible de Israel. Como
muchos advertimos hace unas semanas, esta iniciativa podría ser la gota que
desbordase el vaso y desencadenase una nueva ola de violencia en una región
que, ya de por sí, se encuentra al borde del colapso como consecuencia de las
políticas de hechos consumados practicadas por Israel, la irrupción de grupos
yihadistas en diversos Estados árabes fallidos (no sólo Iraq y Siria, sino
también Libia y Yemen), la pugna que libran Irán y Arabia Saudí por el control
de la zona y la agudización del sectarismo que ésta ha generado.
A pesar de la gravedad de la situación, todavía hay
pirómanos que se empeñan en añadir más leña el fuego. Mientras los tambores de
guerra redoblaban en Gaza, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu twitteó:
«Es
un gran día para la paz» y señaló que «Israel no puede tener un mejor amigo en
el mundo que Estados Unidos». No en vano, Nikki Haley, la representante estadounidense
ante la ONU, vetó pocas horas después una resolución de condena en el Consejo
de Seguridad y alabó la ‘contención’ de Israel al señalar: «Quién entre nosotros aceptaría este
tipo de actividad en su frontera? Ningún país en esta sala actuaría con más
contención que Israel».
Si algo nos ha enseñado la historia desde 1948 es que las
sistemáticas violaciones del Derecho Internacional y de los más elementales
derechos humanos no pasan factura a Israel. En estas últimas siete décadas el
Estado israelí nunca ha sido obligado a rendir cuentas de sus políticas contra
los palestinos. Estados Unidos, ya fuera gobernada por los republicanos o los
democrátas, siempre ha acudido en su ayuda y ha vetado un total de 43
resoluciones del Consejo de Seguridad que pretendían condenar las prácticas de
su fiel aliado. Por su parte, la Unión Europea se ha limitado a emitir meras
condenas formales, pero sin llegar a plantearse en ningún momento revisar el
trato privilegiado que concede a Israel, lo que ha sido interpretado como un
cheque en blanco para mantener sus políticas de hechos consumados en los
Territorios Ocupados.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Eliminar