El movimiento sindical egipcio
Otro de los aspectos abordados en mi informe sobre la sociedad civil egipcia es la evolución del movimiento sindical tras la caída de Hosni Mubarak y la irrupción de nuevos sindicatos independientes como EFITU y EDLC.
"La libertad sindical está seriamente constreñida en
Egipto. A pesar de que Egipto ha ratificado las Convenciones 87/1948 y 98/1949
de la OIT, no acepta la independencia y la libertad sindical. La central sindical
única ETUF es un claro ejemplo de sindicato centralizado y burocratizado.
Tradicionalmente ha estado a servicio del régimen y no de los trabajadores y ha
ejercido el monopolio de la actividad sindical. Establecida en 1957 contaba en el
año 2000 con unos 3.8 millones de afiliados (de una fuerza laboral de 27
millones de personas), 1.745 comités sindicales, 21.000 cuadros sindicales, 23
sindicatos sectoriales y 17 federaciones regionales. La relación del Estado con
el ETUF es una relación de patrón/cliente y su misión fue la de controlar a los
trabajadores más que representarlos. La ley 35/1976, modificada posteriormente
con la ley 1/1981, reconoce a la ETUF como la única federación de sindicatos
legítima y legal.
La nueva ley del trabajo 13/2003, aprobada en plena fase
de políticas neoliberales, introdujo la flexibilidad laboral en los contratos
para atraer inversiones extranjeras. El generalizado deterioro de las
condiciones laborales provocó una creciente movilización de los trabajadores
egipcios. La media anual de manifestaciones en el periodo 1998-2003 ascendió a
118 (frente a las 27 anuales en el periodo 1988-1993), buena parte de ellas
concentradas en el sector textil por ser el primero en privatizarse. Entre 2004
y 2008 un total de 1.7 millones de trabajadores (obreros, médicos, periodistas,
profesores, farmacéuticos, recaudadores de impuestos…) se movilizaron para
reclamar una mejora de sus condiciones laborales en más de 2.500 huelgas,
movilizaciones o sentadas. Como señala Nadine Abdalla, “ante la falta de un
sindicato creíble, las huelgas y las manifestaciones se convirtieron en las
únicas herramientas eficaces para ejercer presión sobre los empleadores (en el
sector privado) o el gobierno (en el sector público)” (2012: 1).
La más importante movilización laboral en la pasada
década tuvo lugar Mahalla al-Kubra, la principal industria textil de Egipto
situada en la zona del Delta del Nilo. El 6 de abril de 2008, 24.000
trabajadores de la Misr Company for Spinning and Weaving salieron a la calle
para demandar mejores condiciones laborales y reclamar un salario mínimo de
1.200 libras egipcias. La convocatoria fue respaldada por numerosos partidos y movimientos,
pero también por las nuevas formas de protesta que habían emergido en los años
precedentes (Kifaya y otras organizaciones juveniles), “transformando las
demandas estrictamente económicas del movimiento obrero en una dura crítica de
la situación social y política más amplia del país, por ejemplo los aumentos
constantes de los precios, la muy extendida corrupción y la tortura de
activistas políticos por la policía” (Abdalla, 2012: 2). Kamal Abu Eita,
presidente de Egyptian Federation of Independent Trade Unions (EFITU),
interpreta que “en época de Mubarak las huelgas se intensificaron y no sólo por
motivos económicos y sociales, sino también de otra naturaleza. De demandas de índole
económica y de clase se convirtió en una lucha democrática y demandaron la
libertad sindical” (entrevista pesonal).
Tras la Revolución del 25 de enero cambiaron parcialmente
las tornas. Mientras la oficialista ETUF demandaba a los trabajadores que no
abandonaran sus puestos de trabajo, la recién creada EFITU reclamó en su primer
comunicao, el 8 de febrero, la dimisión de Mubarak y convocó una huelga general.
En palabras de Abu Eita, “la huelga general la convocamos en solidaridad con la
revolución, ya que las demandas de la revolución eran las mismas por las que
habíamos luchado siempre los trabajadores, y sólo la interrumpimos tras la
salida de Mubarak” (entrevista pesonal). Este llamamiento fue
ampliamente seguido en El Cairo, Alejandría, el Canal de Suez y en Mahalla
al-Kubra. Según Sons of the Land Center for Human Rights, estas huelgas “fueron
un factor determinante para acelerar la decisión de Mubarak de abandonar”
(Beinin, 2011: 7).
El 19 de febrero de 2011 los líderes sindicales
independientes firmaron un manifiesto llamado ‘Demandas de los Trabajadores en
la Revolución’, que manifestaba que “las libertades no serán completas sin
libertades sociales” y en el que se planteaban las siguientes reivindicaciones:
disolución del ETUF (y la persecución judicial de sus mandos corruptos), salario
mínimo de 1.200 libras egipcias, subsidio de desempleo, derecho a la
sindicación y a la huelga y derecho a la seguridad social.
El 12 de marzo se aprobó un decreto sobre libertades
sindicales que autorizaba a los trabajadores a constituir sindicatos
independientes, poniéndose fin de esta manera a la prohibición existente en la
época mubarakista. Las dos principales federaciones independientes son EFITU,
creada el 30 de enero de 2011, y Egyptian Democratic Labor Congress (EDLC),
establecida el 14 de octubre, que dicen agrupar a más de tres millones de
traabajadores. Sus congresos fundacionales se celebraron, respectivamente, del
28 al 30 de enero de 2012 y del 24 al 26 de abril de 2013.
Aunque dichas organizaciones comparten buena parte de sus
reivindicaciones, difieren de manera notable en la estategia para alcanzarlas.
EFITU tiene una estructura centralizada y jerarquizada, que aspira a
convertirse en un contrapeso a la oficialista ETUF. Considera que la vía
política puede contribuir a mejorar las condiciones laborales, por lo que ha
establecido sólidos vínculos con algunas fuerzas políticas y participa
activamente en el Frente de Salvación Nacional. Kamal Abu Eita, su presidente,
es un histórico líder del partido naserista Karama y en 2011 fue elegido
diputado en la Asamblea Constituyente.
En sus estatutos, EFITU se define a favor de las
libertades sindicales, la democracia, la justicia social, la igualdad y los
derechos humanos. Además pretende aglutinar no sólo a los trabajadores en el sector
formal, sino también a los del sector informal, los jubilados y los
desempleados, todo ello con el objeto de disponer de la suficiente masa como
para poder influir en las decisiones económicas, sociales, culturales,
legislativas y medioambientales (Ortega, 2013: 339). EFITU cuenta con un comité
de jóvenes y otro de mujeres (aunque sólo tres mujeres componen su junta
directiva).
Por su parte, el EDLC plantea una estrategia a medio
plazo consistente en concienzar a la clase trabajadora sobre sus derechos y
aspira a establecer una amplia coalición de sindicatos que funcione de manera
democrática[4].
Kamal Abbas, su impulsor, es un reconocido sindicalista que se curtió en la
Helwan Iron and Steel Factory y que militó en el ilegal Partido Revolucionario
del Pueblo antes de establecer el CTUWS. Entre los principales objetivos del
EDLC están la lucha para eliminar todas las restricciones administrativas
impuestas en el pasado a los trabajadores y la consecución de un marco laboral
adecuado que cumpla lo marcado por las normas internacionales de la OIT. El
EDLC es partidario de establecer alianzas parciales y concretas con aquellas
fuerzas políticas con las que compartan planteamientos comunes, pero rechaza
tomar parte en el juego político y es particularmente crítico con los HHMM por
su negativa a defender los derechos de los trabajadores.
El crecimiento de los nuevos sindicatos y su capacidad de
movilización fue respondida por el CSFA con la intensificación de la represión.
El 24 de marzo de 2011 aprobó el decreto militar 34/2011 que criminalizaba las
huelgas y manifestaciones laborales castigándolas con penas de un año de cárcel
y multas de hasta 500.000 libras egipcias para todo aquel que “entorpeciera el
trabajo de las instituciones o de las autoridades públicas” en el caso de que
empleasen la violencia o amenazaran “la unidad nacional y la seguridad y el
orden públicos”, criterio sumamente vago que permitía múltiples
interpretaciones. De hecho, el 29 de junio cinco trabajadores de la empresa
Petrojet fueron objeto de una sentencia ejemplarizante al ser condenados a un
año de prisión por tomar parte en una sentada reinvidicativa. Esta
intensificación de la actividad sindical también ha sido respondida con
severidad por los empresarios quienes han intensificado el acoso, los despidos,
las detenciones e, incluso, los encarcelamientos contra los sindicalistas
(Abbas, 2013: 28).
Tras la llegada al poder del PJL se mantuvieron las
mismas dinámicas. El CIHRS denunció la sistemática persecución de los
sindicatos en los primeros cien días de Morsi en el poder con 39 líderes
sindicales despedidos de sus trabajos, otros 32 investigados por tomar parte en
huelgas y 5 sentenciados a penas de prisión. Además, Yousri Maarouf, presidente
del EDLC, fue condenado a una pena de tres años de prisión por haber encabezado
la huelga del 1 de octubre de 2011 en la Alexandria Container and Cargo
Handling Company. En opinión de Ibrahim Awwad, profesor de la Universidad
Americana de El Cairo, “si se hubiera adoptado una ley de libertad sindical se
hubiera facilitado el establecimiento de sindicatos que se habrían convertido
en interlocutores válidos, lo que a su vez habría evitados huelgas y
enfrentamientos” (entrevista personal).
Entre las principales debilidades del movimiento sindical
cabe mencionar:
a)
Ausencia de marco regulatorio. La actividad de EFITU y EDLC se encuentra en un limbo
legal, puesto que que la nueva Constitución no contempla la libertad de
asociación y sindicación y limita la creación de sindicatos a uno por sector.
Al no haberse derogado ni reformado la ley 35/1976, ni los empresarios ni
tampoco las autoridades los reconocen como interlocutores legítimos.
b)
Atomización sectorial.
Uno de los principales retos de EFITU y EDLC es lograr implantación en el
conjunto del país para poder conseguir la fuerza suficiente para plantear
reivindicaciones a escala nacional. A pesar de que Egipto tiene una larga
historia de movilizaciones laborales estas han sido menos efectivas por culpa
de la fragmentación de los sindicatos, aspecto que les ha impedido negociar
desde una posición de fuerza.
c)
Falta de influencia política. Las demandas laborales no han encontraron excesivo eco
entre la clase política. Buena parte de la oposición liberal (y, en especial,
el Partido de los Egipcios Libres del empresario copto Sawiris) son contrarios
a las reinvidicaciones de los nuevos sindicatos independientes.
d)
Rivalidades personales.
Los dos líderes sindicales –Kamal Abu Eita y Kamal Abbas- mantienen una
enconada rivalidad, aunque se han puesto en marcha diversas iniciativas para
tratar de aproximar las posiciones como el Frente Nacional para la Defensa de
los Derechos Laborales y las Libertades Sindicales.
e)
Falta de financiación. Su
falta de recursos y sus difultades para financiarse les impide realizar cursos
de formación de sus cuadros sindicales, un aspecto central si tenemos en cuenta
las restricciones existentes en la época precedente.
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