Objetivo Hezbolá
Aquí os dejo el artículo que he escrito sobre la ofensiva diplomática contra Hezbollah. Lo publica hoy El País.
En las últimas décadas nos hemos acostumbrado a
que las grandes decisiones en torno al futuro de Líbano no se adopten en
Beirut, sino en otras capitales de Oriente Próximo. La dimisión del primer
ministro libanés Saad Hariri en Riad evidencia que ‘la política de los
cónsules’ sigue plenamente vigente casi un siglo después de la creación del
país de los cedros. El intelectual Georges Corm, quien acuñó esta fórmula, se
refería a la propensión de los partidos libaneses a recabar la protección de las
potencias internacionales para reforzar su posición.
Desde la capital saudí, Hariri lanzó una severa
advertencia a Hezbolá a la que acusó de “crear un Estado dentro del Estado
hasta el punto que tiene la última palabra en los asuntos de gobierno” y de
“ser el brazo de Irán no solo en Líbano, sino también en otras naciones árabes”.
El dirigente libanés también culpó a Irán de desestabilizar la región: “Allá donde
Irán interviene, siembra discordia, devastación y destrucción al interferir en
los asuntos domésticos de los países árabes”. Estas duras acusaciones coinciden
con una campaña internacional contra Hezbolá, que tiene un segundo destinario:
Irán, su patrón.
Hace unos días, el Congreso estadounidense impuso
sanciones contra aquellas empresas que mantuvieran relaciones con la
organización islamista chií, que no sólo es una milicia armada, sino que además
cuenta con varios diputados en el Parlamento, participa en el gobierno y
dispone de una amplia red de servicios sociales, clave para la subsistencia de
la pauperizada población chií. Al mismo tiempo, la Cámara de Representantes norteamericana
instó a la UE a que incluyera al brazo político de Hezbolá en su lista de
organizaciones terroristas en la que, desde 2013, figura su brazo armado.
No por casualidad, estos movimientos llegan en un
momento en el que EEUU ha elevado el tono de sus críticas hacia Irán, al que el
Departamento de Estado considera “el principal Estado patrocinador del
terrorismo” y acusa de “reclutar a combatientes de toda la región para unirse a
milicias chiíes en Siria”. El mes pasado, el presidente Trump tachó a su
régimen de “fanático, dictatorial y terrorista” y amenazó con romper el acuerdo
entre el G5+1 e Irán, por el cual se congelaba el programa nuclear iraní a
cambio del levantamiento de las sanciones internacionales.
Como era previsible, también Israel ha reclamado
una actitud más enérgica contra Irán y Hezbolá. En una reciente entrevista con
la BBC, el primer ministro Benjamin Netanyahu afirmó: “Es una llamada de
atención para todos. Hariri resume lo que está viviendo realmente la región: el
intento de Irán de conquistar Oriente Próximo para dominarlo y subyugarlo”.
Menos sutil fue Avigdor Liberman, su ministro de Defensa, quien en su cuenta de
Twitter señaló: “Líbano=Hezbolá. Hezbolá=Irán. Líbano=Irán. Irán es peligroso
para el mundo”. Lejos de esconder sus cartas, Liberman manifestó: “El Ejército
libanés ha perdido su independencia y se ha convertido en una parte integral de
la red de Hezbolá”.
Israel no está solo en esta campaña, ya que
cuenta con el pleno respaldo de Arabia Saudí, el principal damnificado por el
ascenso regional iraní. Debe tenerse en cuenta que ambos actores libran una
guerra fría por el control de Oriente Próximo y, por ahora, la balanza se
decanta claramente a favor del país persa. En los últimos años, Teherán ha
extendido su esfera de influencia a Irak, Siria y Líbano para desesperación de
Riad. Los intentos saudíes de constituir una amplia coalición sunní que le haga
frente han resultado infructuosos, tal y como demuestra su catastrófica
ofensiva en Yemen o el contraproducente bloqueo contra Qatar. En un paso más de
esta escalada prebélica, Arabia Saudí ha tachado el lanzamiento de un misil yemení
sobre su territorio como “un acto de guerra por parte de Irán” y Tamer Al
Sabhan, ministro de Asuntos del Golfo, ha denunciado que “Líbano y el Partido
de Satanás [una forma peyorativa de denominar a Hezbolá, el Partido de Dios en
árabe] nos han declarado la guerra”.
El frágil Líbano parece ser el lugar elegido para
lanzar un expeditivo mensaje a Irán. Si bien es cierto que Hezbolá está
enfangada en el conflicto sirio donde ha perdido a cientos de efectivos,
también lo es que ha adquirido una mayor experiencia de combate y ha ampliado
su arsenal militar por lo que no debería ser infravalorada. A pesar de que lo
último que necesita Oriente Próximo es una nueva guerra, todo parece indicar
que una ofensiva contra Hezbolá es tan sólo una cuestión de tiempo.
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