Sobre Ginebra II
Ricard González, colaborador de El País, me entrevistó el pasado fin de semana para el diario chileno La Tercera para hablar sobre la Conferencia de Ginebra II. Aquí mis telegráficas respuestas. También incluyo la entrevista que me hizo el Canal 24 Horas de TVE sobre el tema.
Parece claro que la conferencia está condenada al fracaso, dado que ni el régimen ni la oposición están comprometidos con la vía trazada en Ginebra I: formación de una autoridad interina y elecciones legislativas y presidencial. El régimen se encuentra reforzado tras sus últimas ofensivas y Bashar al-Asad ha advertido que no contempla abandonar la presidencia.
La oposición está cada vez más dividida, como prueba que sólo 58 de los 120 miembros de la Coalición Nacional Siria aprobaran tomar parte en la conferencia y eso tras una intensa presión por parte de EEUU, Francia, Arabia Saudí, Qatar y Turquía. Lo peor de todo es que los grupos armados del interior -incluido el Ejército Sirio Libre- ya han anunciado que no se sienten comprometidos con las decisiones que puedan adoptarse. Por lo demás, los combates entre el Frente Islámico y los grupos afines a al-Qaeda (Frente al-Nusra y el Estado Islámico de Irak y Siria) cada vez son más encarnizados.
Todo ello nos hace pensar que no se dan las mínimas condiciones para que la Conferencia de Ginebra II ponga fin a la cruenta guerra civil siria que ya ha provocado 125.000 muertes, 2.400.000 millones de refugiados y 6.500.000 de desplazados internos.

A continuación la entrevista:
P ¿Cuáles son las expectativas de éxito
de la cumbre de Ginebra II?
R El alcance de cualquier acuerdo de tipo
político que pueda abrir el camino a una solución parece imposible. Las
principales facciones armadas de la oposición no participarán en la cumbre, y
ya han dicho que no se considerarán obligadas por ningún hipotético pacto de
alto el fuego. Por su parte, el régimen se siente más fuerte, y no tiene
necesidad de ceder. Además, no estarán presentes dos actores claves: Irán y
Arabia Saudita. Así, pues, como mucho, se puede llegar a algún acuerdo de tipo
humanitario que permita abrir corredores para distribuir asistencia a la
población civil, pues millones de personas viven una situación dramática no
sólo en los campamentos de refugiados fuera de Siria, sino también dentro.
P ¿Considera que el régimen está ganando
la guerra?
R El régimen ha podido realizar avances
sobre el terreno gracias a la división, e incluso enfrentamientos violentos, en
la oposición. La aparición de grupos yihadistas vinculados a Al Qaeda capaces
de controlar parte del territorio, como Frente Al Nusra y el Isis, ha cambiado
la naturaleza del conflicto.
P ¿Y qué efectos tiene esta nueva
dinámica?
R Favorece al gobierno, que siempre ha
querido difundir la narrativa que el conflicto es contra el terrorismo
islamista y no por la democratización del país. Esta situación ha hecho que una
parte de la población pase a apoyar al régimen, al creer que es una opción
menos mala que los islamistas radicales. De hecho, el régimen centra sus
ataques en las bases de los grupos combatientes no islamistas. Le gustaría hacerlos desaparecer como
alternativa, lo que podría llevar a la comunidad internacional a aceptar su
continuidad en el poder.
P ¿Cree que EE.UU. lamenta ahora no haber
intervenido anteriormente de forma más decidida para forzar la caída de Assad?
R No, porque Estados Unidos no considera
que lo que sucede en Siria afecte sus intereses nacionales, como sí pasaba con
Libia o Irak gracias a su petróleo. Su verdadero objetivo era contener el
conflicto, y que no contagiara a sus países vecinos. Ahora es obvio que no se
ha conseguido. Si se hubiera intervenido militarmente al inicio de la guerra se
podría haber evitado el baño de sangre. Ahora el escenario más probable es una
libanización del conflicto, es decir, una prolongación y la división del país
entre una multitud de grupos armados (como sucedió en Líbano entre 1975 y
1990).
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