Estado Islámico: hijo descarriado de Arabia Saudí
Hoy sale la entrevista que me hizo hace un par de semanas el periódico DIAGONAL sobre el origen y la evolución del Estado Islámico (EI). Me
gusta el titular que han elegido: "El EI: el hijo descarriado del
salafismo saudí". Es de agradecer el tiempo y la paciencia de
Francisco Fernández, que firma la entrevista.
P. ¿Cómo
se forma el Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL)? ¿Cuáles son sus
antecedentes? ¿Quiénes lo constituyen?
R. Nació en la
primavera de 2013 cuando Abu Bakr al-Bagdadi decidió, de manera unilateral y
sin consultas previas, unificar el Estado Islámico de Irak (EII) con el Frente
al-Nusra, una organización satélite creada un año antes con el propósito de combatir
en la guerra siria. Aunque los integrantes de este frente procedían
originariamente del EII, lo cierto es que fueron ganando autonomía y se
hicieron con el control de vastas zonas del país, sobre todo en las provincias
de Alepo, Raqqa y Deir Zor. De ahí que este grupo rechazase la unificación y
jurase lealtad a Al Qaeda. En realidad ambos grupos guardan múltiples
similitudes, ya que consideran que libran una yihad contra un régimen apóstata
y persiguen la instauración de un califato islámico regido por la sharía. Sus diferencias, por lo tanto,
no son ideológicas ni doctrinales, sino más bien basadas en las rivalidades
personales. De hecho muchos de los militantes de al-Nusra no han tenido
inconveniente en abandonar sus filas para incorporarse al EIIL a medida que
extendía su autoridad por nuevos territorios tanto en Siria como en Irak. En
ambos casos, al menos la mitad de sus combatientes son extranjeros provenientes
en su mayoría del mundo islámico, pero también de los países occidentales
(incluida España).
P. ¿Hay
alguna relación entre al Qaeda y el EIIL? ¿Cuáles son las diferencias que se
dan entre ambos grupos?
R. Por supuesto. Abu
Bakr al-Bagdadi, que ahora se hace llamar el califa Ibrahim, fue lugarteniente
de Abu Musab al-Zarqawi, líder de Al Qaeda en Mesopotamia. Por lo tanto, el
EIIL está directamente emparentada con Al Qaeda, aunque en los últimos meses
ambas organizaciones han marcado distancias, sobre todo tras la proclamación
del califato islámico el 29 de junio pasado. Hoy en día, el EI y Al Qaeda se han
convertido en rivales, ya que ambas compiten por dirigir al movimiento
yihadista internacional. Está claro que Al Qaeda es una organización en franco
retroceso con una capacidad de maniobra muy limitada debido a los continuos
golpes que ha sufrido y que cada vez es más dependiente de sus satélites o
franquicias locales, que en realidad son las que le mantienen con vida. Por el
contrario, el EIIL es un actor en ascenso que cada vez controla más territorios
y dispone de mayores recursos. Quizás la principal diferencia entre ambas es
que el EIIL limita por ahora sus acciones al mundo árabe y Al Qaeda buscaba
también ‘golpear al enemigo lejano’: es decir perpetrar atentados en el mundo
occidental.
P. ¿Cómo
se financia? ¿Consigue financiación de otros países? ¿Cuáles son?
R. Esta es una de
las mayores incógnitas. En un principio contó con la ayuda de varios países del
golfo Pérsico y de algunos de sus hombres más acaudalados, que les respaldaron
con un doble objetivo. Por una parte para tratar de derrocar al régimen sirio
dirigido por Bashar al-Asad. Por otra parte promover un movimiento de
credenciales salafistas en un país claramente secular, sobre todo si lo
comparamos con otros vecinos de la región. Más adelante, a medida que se fue
haciendo con vastos territorios en el cauce del río Éufrates, mejoró sus vías
de financiación gracias al control de importantes campos petrolíferos. Otras
fuentes de financiación son la extorsión a los hombres de negocios o la
recaudación de impuestos. Tras la caída de Mosul se apoderaron de 400 millones
de dólares depositados en el Banco Central. Por último debe tenerse en cuenta
que también cuenta con importantes arsenales de armas que fueron abandonadas
por el ejército iraquí en su precipitada huida. En Siria también ha asaltado
los arsenales de otros grupos que combaten al régimen, como el Ejército Libre
Sirio, con el que además mantiene una enconada lucha.

P. ¿Cómo
ha influido la guerra de Siria en la emergencia de este nuevo movimiento
yihadista? ¿En algún momento el régimen de Bachar al Assad ha mantenido alguna
relación con el EIIL?
R. Durante el
último año y medio, el EIIL ha encontrado en Siria un verdadero santuario y se
ha aprovechado del vacío de poder para ganar una base territorial. El régimen
sirio intenta convencer a la comunidad internacional de que el único rival al
que se enfrenta es a los movimientos yihadistas próximos a Al Qaeda, como el
Frente al-Nusra o el EIIL. En la práctica, la situación es mucho más compleja,
ya que estos grupos no tienen propiamente una agenda siria, sino panislamista.
Su objetivo es hacerse con una base territorial desde la cual proclamar un
Estado islámico y, por lo tanto, no comparten los anhelos de libertad de la
población siria ni los llamamientos al establecimiento de un Estado secular
formulados por la Coalición Nacional Siria, el principal grupo de la oposición
radicado en el extranjero. En realidad, el EIIL es el enemigo ideal de Bashar
al-Asad, que ha permitido que este grupo ganase terreno y se asentase en la
provincia de Raqqa para tratar de dividir a las filas opositoras. De hecho, los
únicos que han combatido al EIIL han sido los rebeldes. En las últimas semanas,
al-Asad pretende ser reconocido como un interlocutor válido por EEUU y el resto
de la comunidad internacional en el combate contra el EIIL, para así propiciar
su progresiva rehabilitación y tratar de lavar sus manos, manchadas de sangre
por una guerra que ha provocado al menos 200.000 muertes hasta el momento.
P. ¿Cuáles son los elementos que explican la
descomposición del gobierno de al Maliki?
R. Los dos mandatos presidenciales de Maliki
han agudizado las tensiones sectarias resucitando la posibilidad de una guerra
civil como la que devastó el país entre 2006 y 2007. Para entender la situación
de Irak hay que hacer referencia a EEUU y a su invasión de 2003, que tuvo efectos
demoledores puesto que, además de provocar decenas de miles de víctimas,
desarticuló el Estado-nación iraquí desmovilizando al Ejército y
desbaazificando la administración. La política norteamericana exacerbó las
tensiones tribales, étnicas y sectarias provocando un recelo generalizado
contra la población sunní. Esta situación creó el caldo de cultivo para la
irrupción de Al Qaeda en Mesopotamia y para la creación de milicias armadas
chiíes y kurdas que impusieron su ley y desarrollaron operaciones de limpieza
étnica en varias ciudades y regiones del
país. Uno de los principales damnificados fue la población cristiana, ya
que el 60% se vio obligada a abandonar el país. Además de tolerar y, en algunos
casos, alentar esta violencia, Maliki fue incapaz de reconstruir el Estado
iraquí y de garantizar una serie de servicios básicos para la población. En
salud, educación, agua o infraestructuras seguimos estando muy lejos de los
estándares previos a la invasión. Además, Irak es uno de los países más corruptos
del mundo.
P. ¿Qué papel desempeñan las minorías étnicas –kurdos
sirios e iraquíes– y religiosas –cristianos, sunníes y yazidíes– de la región?
¿Cómo les afecta el conflicto?
R. A cada una de las comunidades le afecta de
una manera completamente diferente. Pese a las lecturas etnocéntricas que
resaltan que nos encontramos ante un choque de civilizaciones, lo cierto es que
los principales afectados por la irrupción del Estado Islámico son precisamente
las poblaciones locales. El 99,9% de sus víctimas son sirios e iraquíes y no
sólo se limitan a las sectas que ellos consideran heréticas, sino también a los
propios musulmanes que tachan de descarriados o rechazan reconocer la autoridad
de Abu Bakr al-Bagdadi. Este fue el caso de las máximas autoridades religiosas
sunníes de Mosul, que fueron ejecutadas sumariamente por no reconocerle como
nuevo califa. La opinión pública internacional parece haber descubierto a este
grupo tras la decapitación de Foley, pero el EI ya gobernaba Raqqa y otras
ciudades desde mucho tiempo atrás. En estas ciudades se ha instaurado la sharía
y la justicia es administrada por tribunales religiosos. Se obliga a las
mujeres a que se cubran con el niqab y permanezcan recluidas en sus casas. Se
ha instaurado, como en Arabia Saudí, una policía de la moral que se vela por el
mantenimiento de las costumbres islámicas. Además de castigos corporales a los
vendedores de drogas, ladrones o adúlteros se han llevado a cabo lapidaciones, crucifixiones
y decapitaciones de soldados o personas acusadas de traición. A los cristianos
se les obliga a pagar un impuesto de capitación o a convertirse al Islam. Los
que no abandonaron previamente sus hogares se ven obligados a huir y el EI se
apodera de todas sus posesiones. Debemos tener en cuenta que el EI es el hijo
descarriado del salafismo saudí; por eso persigue con especial saña a los
musulmanes chiíes, que son tachados de apóstatas. También algunas sectas
sincréticas como la yazidí, extendida por el Kurdistán, está siendo exterminada
por medio de un genocidio. Por último se considera que los kurdos seculares
también deben ser perseguidos y eliminados. Por todo ello, el EI se ha
convertido en una amenaza no sólo para la seguridad internacional sino, y sobre
todo, para la población local que lleva padeciendo sus arbitrariedades desde
hace ya casi dos años.
P. ¿Israel y los kurdos han establecido algún tipo
de pacto? ¿Cuál o cuáles?
R. Ante el avance del EI, el Kurdistán iraquí
se encuentra amenazado. Debe tenerse en cuenta que Irak es un Estado federal y
que el Kurdistán cuenta con una amplia autonomía lo que les permite controlar
todo lo referido a la seguridad, la educación, la sanidad, las infraestructuras
y, parcialmente, sus fuentes petrolíferas. Es, por lo tanto, un Estado dentro
de otro Estado. La caída del Kurdistán sería una hecatombe por varias razones.
En primer lugar colocaría en una situación delicada a la población kurda, en
segundo lugar amenazaría directamente al único aliado real que le queda a EEUU
en Irak y, por último, expondría al peligro a la propia Irán, que pasaría a
compartir fronteras con el EI. Por todo ello se ha establecido una alianza
entre los dos archienemigos de la región –EEUU e Irán- para aprovisionar de armas
al Kurdistán iraquí y evitar el avance del EI. También varios países europeos,
entre ellos Alemania, Francia y Reino Unido, han enviado material bélico a los
kurdos para frenar al EI. En lo que respecta a Israel debemos señalar que es
partidaria de la creación de un Estado kurdo, probablemente porque considera
que así dejaría de ser una excepción en la zona y, también, porque es
consciente que esta decisión debilitaría a dos de sus tradicionales rivales:
Siria e Irak.

P. Hace
unas semanas, en Guerra
Fría en el Oriente Medio, recordaba cómo Arabia Saudí e Irán están
aprovechando «la inestabilidad para extender su particular lucha por la
hegemonía regional». ¿Cuáles son los intereses de Irán? ¿Qué estrategia está
desarrollando? ¿Y Arabia Saudí?, ¿cuáles son sus intereses en el conflicto? ¿Hay
algún tipo de relación entre el EIIL y las petromonarquías del Golfo?
R. El Irak de Sadam Husein ejercía como un
Estado tapón entre los dos grandes rivales regionales: Arabia Saudí e Irán. Con
su caída, esta función desapareció. Sin duda, el principal beneficiado por la
ocupación norteamericana de Irak fue Irán, entre otras cosas porque se instauró
un Estado sectario y la política se confesionalizó. Los chiíes, que representan
el 60% de la población, pasaron de ser unos parias a controlar lo que quedaba
de aparato estatal. Irán aprovechó la situación para reforzar su presencia en
el país árabe provocando el temor de Arabia Saudí y del resto de las
petromonarquías árabes del Golfo, que tienen importantes bolsas de población
chií (no sólo en el caso de Bahréin). Todo ello motivó que estos países intentaran
hacer descarriar al nuevo Irak apoyando no sólo a las facciones armadas
sunníes, sino también a los grupos yihadistas que empezaron a operar en las
provincias sunníes iraquíes. Soy de la opinión de que debemos hablar de un
conflicto por la hegemonía regional, pero es obvio que también existe una
dimensión religiosa. Arabia Saudí e Irán son países antitéticos. El primero es
aliado de EEUU, defensor a ultranza del conservadurismo y pone sus petrodólares
al servicio de la expansión del ultraortodoxo salafismo wahabí por todos los
confines del universo. El segundo es la punta de lanza del Eje de la
Resistencia frente a EEUU e Israel, es el patrón de Hezbollah y del régimen
sirio y pretende exportar un Islam revolucionario. Ambos países libran una
Guerra Fría por el control de la zona, lo que ha intensificado el sectarismo en
todo Oriente Medio.
P. En
otro reciente artículo sostiene que uno de los elementos que explica la
creación del EIIL es «la cantidad de errores cometidos por EEUU desde el
derrocamiento de Sadam Hussein», ¿cuáles habrían sido esos errores?
R. Han sido tantos
que cuesta pensar que muchos de ellos no hayan sido intencionados con el
objetivo de crear un caos controlado que hiciera inevitable su presencia en la
región durante una larga temporada. Tradicionalmente, la política exterior
norteamericana se ha basado en tres ejes: defensa a ultranza de Israel, alianza
con Arabia Saudí (y el resto de petromonarquías del Golfo) y freno al comunismo.
Tras el desmoronamiento de la URSS y los atentados del 11-S, este último
objetivo fue reemplazado por la lucha contra Al-Qaeda. No obstante, el mundo de
2014 guarda poca relación con el existente tras la Segunda Guerra Mundial y las
alianzas de entonces no sirven hoy en día. Hoy tanto Israel como Arabia Saudí
pueden ser considerados Estados canallas, países que ponen en peligro la
estabilidad de la región y violan sistemáticamente los derechos humanos más
elementales, tal y como hemos tenido oportunidad de ver en la reciente agresión
contra Gaza. En la práctica, su alianza acrítica con estos dos países se ha
convertido en una carga estratégica que ha condicionado sus políticas
regionales y deteriorado su imagen entre la población local. Obviamente, EEUU
no puede modificar de la noche a la mañana su política exterior, pero lo cierto
es que las posibilidades reales de hacerlo son extraordinariamente limitadas,
puesto que Israel dispone de un poderoso lobby en Washington que elimina de
raíz cualquier eventual crítica y Arabia
Saudí se ha cubierto las espaldas comprando una parte significativa de la deuda
externa norteamericana y subvencionando generosamente su industria
armamentística mediante la compra de armamento sofisticado que sabe que nunca
necesitará, ya que su propia seguridad nacional ha sido subcontratada a EEUU. A
esta alianza con Israel y Arabia Saudí debemos añadir los errores de la
Administración de Obama, particularmente evidentes en Siria e Irak donde ha
apostado inequívocamente por el mantenimiento del statu quo, aunque ello
implicase la conservación del régimen asesino de Bashar al-Asad y del
sectarismo de Nuri al-Maliki.
P. ¿EEUU
está desarrollando alguna estrategia sobre el terreno? ¿En qué consiste?,
¿cuáles son sus objetivos?
R. Una vez que se ha
constado el peligro que representa el Estado Islámico parece que los
principales actores regionales han llegado a la conclusión de que es necesario
golpearle antes de que sea demasiado tarde. Arabia Saudí y el resto de las
petromonarquías del Golfo, principales responsables de la creación de este
monstruo, consideran ahora que podría volverse en su contra y dejar de
representar el papel que le habían encomendado: desestabilizar a Siria e Irak.
A su vez, Irán ha presionado activamente al régimen sirio para que empiece a
combatirlo, ya que en el pasado lo toleró con el objeto de dividir a la
oposición y fortalecer al yihadismo: un enemigo ideal que le permitía
presentarse como una trinchera frente a Al Qaeda. También EEUU, tras el
asesinato de dos periodistas estadounidenses, parece haber llegado a la
conclusión de que su estrategia de contención basada en esperar y ver lo que
ocurría en Siria no ha dado los resultados esperados, ya que ninguno de los
bandos parece capaz de imponerse sobre su rival y los elementos yihadistas son
los grandes beneficiados, puesto que han aprovechado el vacío de poder para
conseguir una base territorial desde la que actuar. Esta tormenta perfecta
podría crear un clima de entendimiento entre todos estos países anteriormente enfrentados
para unirse en una alianza coyuntural contra el EI.
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