Islam político en el Mediterráneo
La Fundación CIDOB acaba de editar el libro El islam político en el Mediterráneo. Radiografía de una evolución que ha coordinado el profesor Ferran Izquierdo. Incluye el artículo "Los Hermanos Musulmanes en Siria: entre la confrontación y la concertación", que hemos firmado Naomí Ramírez y yo. Releyendo el texto parece evidente que del pasado pueden extaerse lecciones útiles e, incluso, ciertos paralelismos. A continuación incluya el apartado dedicado a su nacimiento:
"La acción de los HHMM ha
experimentado notables cambios desde su establecimiento en 1945. Tras la
independencia siria en 1946 se puede considerar que su actitud fue proactiva,
pacífica y cooperativa. Al contrario de lo que sucedió en otros países del
entorno, en Siria se brindó a los HHMM la posibilidad de tomar parte en el
juego político. En las elecciones de 1949 la Hermandad obtuvo tres escaños (incluido
el de su guía Mustafa al-Siba`i). En 1954, tras la dictadura de Adib Shishakli,
los HHMM mejoraron sus resultados al obtener cinco de los 142 escaños (aunque muy
lejos de los 22 alcanzados por el recientemente fusionado Partido Socialista
Árabe Baaz). De nuevo en 1961, tras el fracaso del experimento unionista entre
Siria y el Egipto de Abd al-Naser, lograron su mejor resultado al hacerse con
diez representantes en la Asamblea del Pueblo (frente a los ocho del Baaz, cuya
credibilidad quedó seriamente dañada tras la disolución de la República Árabe
Unida, durante la cual se instauró un sistema de partido único).
En esta primera etapa,
los HHMM adoptaron una posición proactiva tomando parte en el juego democrático
mientras existió tal posibilidad. Los dirigentes islamistas sirios no fueron
insensibles a los vientos de cambio que soplaban en la región tras las
independencias nacionales. Mustafa al-Siba`i fue un activo defensor de la justicia
social y, desde el Bloque Socialista Islámico, combatió al feudalismo demandando
también una mejora de las condiciones laborales de la clase trabajadora. El
título de su obra El socialismo del islam
(Ishtirakiyya al-islam) resume
claramente su intento de conciliar el pujante ideario socialista con la
identidad islámica.
El asalto al poder del
Baaz en 1963 supuso un cambio drástico para los HHMM, que quedaron en la
ilegalidad y fueron perseguidos. La acción de los islamistas fue, a partir de
entonces, reactiva y progresivamente algunos de sus sectores se fueron
decantando hacia el empleo de la violencia para desalojar al Baaz del gobierno,
una evolución similar a la desarrollada en Egipto bajo la influencia de Sayyid
Qutb. Su acción fue, además, aislada, puesto que no consiguió sumar a dicha
estrategia a otros sectores opositores que también habían resultado afectados
por el golpe baazista ni tampoco consiguieron movilizar a un segmento
significativo de la población.
La ilegalización de la
Hermandad no fue inmediata, sino que se produjo en 1964, después de que los
islamistas hicieran toda una demostración de fuerza al convocar una huelga
general que contó con especial seguimiento en Hama y que fue duramente
reprimida por las fuerzas de seguridad. Aunque `Isam al-`Attar, que remplazó a
Siba`i como guía supremo, era un pragmático partidario de emplear la
resistencia pasiva para contrarrestar al régimen secular, pronto se evidenció
que sus tesis únicamente contaban con el respaldo de la sección damascena, mientras
que Adnan Sa`ad al-Din, que controlaba las secciones de Alepo, Hama y Homs, logró
imponer su estrategia frentista. La ilegalización de los HHMM fue acompañada
también de la expulsión del país de su guía supremo, lo que se tradujo en una
mayor atomización del liderazgo, que fue aprovechada por los miembros más
radicales de la Hermandad para demandar un Estado regido por la sharia y forzar un choque armado con el
régimen.
Sa`id Hawwa, miembro de la Oficina Internacional de Instrucción de
los HHMM, abogó abiertamente por el derrocamiento del régimen. Como el egipcio
Sayyid Qutb, el pensamiento de Hawwa experimentó una clara radicalización tras
su paso por prisión (1973-1978), periodo
en el cual compuso buena parte de su obra. En "Yund Allah: zaqafatan wa
ajlaqan" (Los soldados de Dios: cultura y moral) interpretaba que “la
mayor parte de los países musulmanes han pasado a ser dirigidos por incrédulos,
proselitistas, profanos y ateos […]. Por todo ello es obligación de todos los
musulmanes emprender una campaña de purificación generalizada en sus
respectivos países destinada a eliminar a todos ellos, para asumir el poder y
restablecer el orden. Esto no ocurrirá sino por medio de un yihad que elimine del territorio
musulmán, sin compasión ni piedad, las incrédulas sectas ocultistas, los alauíes,
los bahaíes y los qadiríes, así como los partidos no creyentes como los
comunistas y los nacionalistas yahilíes;
y también a quienes reclaman una separación entre Estado y religión […], hasta
purificar la tierra del Islam. Es una obligación que no puede demorarse, porque
su demora implica que lo poco que de verdad queda del Islam será destruido: el yihad contra el enemigo interior tiene
prioridad sobre el yihad contra el
enemigo lejano”.
Durante la insurrección islamista registrada entre
1979 y 1982, los alzados llamaron al yihad
contra el régimen secular. Aunque en 1978 Hawwa huyó
a Arabia Saudí, desde donde siguió formando parte del mando de los HHMM sirios,
su pensamiento ejerció una profunda influencia sobre los sectores islamistas
más militantes que, agrupados en torno a la Vanguardia Combatiente,
apostaron sin tapujos por el empleo de la violencia para enfrentarse al gobierno
baazista. En la revuelta no sólo tomó parte la rama militar de los HHMM,
sino también algunas cofradías sufíes junto a algunos grupos no islamistas opositores.
Las huelgas generales se sucedieron en Alepo, Hama y Homs, al
igual que los sabotajes contra depósitos y fábricas, lo que fue respondido de
forma taxativa mediante la creación de zonas militares cerradas y el corte de
electricidad y agua de los barrios alzados en armas. Entre otros objetivos, la
Vanguardia Combatiente atacó con coches bomba las sedes de los Servicios de
Inteligencia, lo que puso en evidencia la vulnerabilidad del régimen. El 25 de
junio de 1980 el propio Hafez al-Asad fue objeto de un atentado, lo que
desencadenó una brutal represión con la ejecución a sangre fría de más de 700
islamistas en la prisión de Palmira. Tras la aprobación de la ley 49, los
dirigentes de los HHMM, incluido el guía supremo Adnan Saad al-Din, abandonaron
el país encontrando refugio en Irak y Jordania.
El fracaso del
alzamiento evidenció que la capacidad de movilización de los HHMM no fue lo
suficientemente amplia y no consiguió extenderse al conjunto del país y aunar a
todas las clases sociales. Más que cohesionar a todos los elementos
descontentos con la dictadura baazista, los islamistas lo único que
consiguieron fue atraerse hacia su causa a parte de las clases medias urbanas,
pero fueron incapaces de pescar en otros caladeros como el campesinado o los
trabajadores del sector industrial, lo que puso de manifiesto las limitaciones
de la revuelta y lo que determinó el desenlace final [...].
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