Sobre el muro de separación

El Alternative Information Center publica, en su edición española, este artículo titulado "El muro de separación en datos". Muy pedagógico. Mientras el foco mediático está en otros lugares -el aniversario de las revueltas árabes, las elecciones egipcias, la retirada norteamericana de Irak...-, Israel sigue construyendo asentamientos, decomisando tierras palestinas y construyendo el muro.

"El 85% de la ruta planificada del Muro corre a través de Cisjordania, incluyendo Jerusalén Este, y no a través de la Línea Verde, que es la demarcación establecida en el armisticio árabe-israelí de 1949. En la mayoría de las áreas, el Muro se compone de una valla electrónica con caminos de tierra, cercos de alambre de púas y trincheras en ambos lados, de un ancho medio de 60 metros. En algunas zonas, se trata de un muro de hormigón de 6 a 8 metros de altura. La longitud del mismo -ya sea construido, en construcción o en planificación- es de 723 kilómetros, es decir, el doble de la Línea Verde. En el verano de 2010, 520 kilómetros, es decir, el 72% del mismo había sido construido.
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El Muro bordeando Belén, Cisjordania (Foto: Luz Welles)

El Muro es sostenido a través de un complejo régimen que impone obstáculos físicos, legales y administrativos: puertas y puestos de control, sistema de permisos, tarjetas de identificación, destrucción y confiscación de propiedad.

Para abril de 2010 Israel había instalado 66 puertas a lo largo del Muro, 27 de las cuales se encuentran hoy cerradas, es decir que sólo se permite el cruce a quienes tengan un premiso especial. Las 39 restantes son para uso palestino general, 19 de las cuales se abren dependiendo de la estación. Esto evidencia un inconsistente acceso de los palestinos a sus tierras y propiedades.

Existen siete tipos distintos de puertas o cruces, según cumplan distintos fines: agrícolas, puestos de control, militares, rutas, escuela, estacionales y para asentamientos. Los cruces son manejados por la Policía de Frontera Israelí, aunque se han ido tercerizando cada vez más a compañías de seguridad privadas.

El complejo sistema de puertas y puestos de control se complementa con un régimen de permisos para cruzarlos, restringiendo el libre traslado de los palestinos a sus trabajos, escuelas, lugares de culto, casas de familiares, tierras cultivables y servicios médicos básicos. En numerosas ocasiones, las peticiones de permisos para acceder a sus tierras son rechazadas, ya sea por razones de seguridad, o argumentando que el solicitante no ha aportado pruebas suficientes de propiedad de la tierra.

Por otra parte, un permiso no es garantía de que al titular se le permitirá pasar a través de la puerta, ya que el Ejército puede declarar un "cierre total" de los territorios ocupados y los permisos pierden entonces vigencia. Es decir que el proceso no sólo de obtención de permisos sino también de garantía de cruce es excesivamente complejo y totalmente arbitrario.
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El Muro bordeando Belén, Cisjordania (Foto: Luz Welles)

De este modo, los denominados "checkpoints" ponen en peligro el acceso a hospitales rurales en los pueblos cercanos; dañan el sistema educativo ya que numerosas escuelas, principalmente las de las zonas rurales, dependen de los maestros que viven fuera de la comunidad; y también afectan obstaculizando los vínculos familiares y sociales.

Muchos palestinos tienen dificultades para acceder a sus campos y para comercializar sus productos en otras áreas de Cisjordania. Teniendo en cuenta que las áreas aledañas al oeste del Muro son las zonas más fértiles de Cisjordania, y que la agricultura constituye una parte importante de la economía palestina, el daño producido al sector agrícola impide a los agricultores palestinos la obtención de ingresos adicionales y evita asimismo un aumento en el número de palestinos que trabajan en la agricultura.

Como indica Ir Amim (2011) en el caso específico de Jerusalén, el Muro no siempre separa a israelíes de palestinos, sino que separa a palestinos de palestinos. Al examinar la ruta del Muro, se revela que ha sido diseñada para excluir gran cantidad de Palestinos de Jerusalén, a los fines de mejorar el equilibrio demográfico de la ciudad. De hecho, el Muro separa a los residentes de Jerusalén que viven en el campo de refugiados de Shuafat y los barrios adyacentes como Kafr Aqab, Semiramis y parte de al-Walajeh, de su propia ciudad, obligándolos a pasar por un puesto de control para acceder a Jerusalén.

Según un documento elaborado por Al-Haq (2009), el hecho de que el Muro corra a través de Cisjordania en lugar de la Línea Verde, efectivamente veta el argumento de seguridad. Físicamente, esto incrementa el largo del Muro creando una frontera más extensa entre Israel y Cisjordania, la cual debe a su vez ser supervisada a los fines de brindar seguridad a Israel. Esto contradice los argumentos de seguridad, revelando a su vez la existencia de un sistema de anexión territorial.

Resulta devastador el impacto que tiene en la vida cotidiana y en los derechos humanos básicos de la población palestina de los territorios ocupados. La ruta del Muro se basa en consideraciones completamente ajenas a la seguridad de los ciudadanos israelíes, ya que persigue la anexión de facto de una parte de Cisjordania: cuando la barrera se haya completado, un 9.5% de Cisjordania, incluyendo 60 asentamientos, se encontrarán del lado oeste, es decir, del lado israelí".

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