La revolución siria para los ecuánimes

El blog Traducciones de la Revolución Siria traduce el artículo "Intento de explicar la cuestión siria a los que son ecuánimes" de Yassin Al-Hajj Saleh publicado originalmente por el diario libanés Al-Nahar. A continuación algunos de sus extractos:

"El régimen se apoyó fundamentalmente para la represión en los servicios de seguridad conocidos durante décadas por su salvajismo y por la inmunidad de sus hombres. Sin embargo, no le bastó con ello ya que estos son servicios preparados para enfrentarse a las organizaciones opositoras pacíficas y no a manifestaciones populares. Por ello, hizo también uso de las milicias de shabbiha, mercenarios partidarios del régimen más salvajes y leales si cabe que los servicios de inteligencia. Por encima de estos y aquellos, se ayudó también del ejército para enfrentarse a la población revolucionaria (mientras animaba a los civiles, palestinos y sirios, a dirigirse hacia los Altos del Golán ocupado, lo que acabó con la muerte de más de veinte civiles el día en que se recuerda la ocupación de Palestina, el 15 de mayo de 2011).

Pero el ejército, descuidado durante décadas, comenzó a resquebrajarse a raíz de esta burla humana y totalmente alejada del nacionalismo. Por ello, soldados y oficiales “desertaron” en pequeños grupos que pronto se convirtieron en miles. Lo más probable es que cientos de esos jóvenes valientes hayan sido asesinados por los servicios secretos al negarse a obedecer las órdenes de disparar contra la población desarmada, y que muchos de ellos hayan muerto en enfrentamientos con los miembros de los servicios secretos y del ejército fiel al régimen. Esos soldados saben que el régimen les tiene preparada una abominable muerte si logra echarles el guante. Por ello, y porque son soldados, se enfrenta a él con armas y utilizan la fuerza, la mayoría de las veces como medio de defensa y, en casos puntuales, como forma de ataque. Ellos crearon el Ejército Sirio Libre, del que no puede decirse que esté unido, tanto en su contexto como en sus objetivos, y que está deficientemente armado, por no decir que también carece de medios de comunicación seguros. 
           
En resumen, el régimen ha provocado la fragmentación del ejército nacional, que no ha propuesto en ningún momento una solución siria a la grave crisis nacional, y que no ha reconocido a los opositores ni ha negociado con ellos. El comportamiento agresivo y arrogante del régimen ha provocado el desprecio popular árabe y la “ira” de sus dirigentes, además del rechazo occidental. La relación del régimen con las potencias occidentales y los países árabes había ido mejorando en los últimos años y no ha habido causa alguna para que dicha tónica se invirtiera más que el comportamiento inhumano que ha dado a sus gobernados. Dichas potencias tenían miedo de que Siria se convirtiera en un foco de caos e inestabilidad que se extendiera por toda la zona y afectara a sus intereses.

Los estadounidenses y los europeos adoptaron sanciones económicas que iban aumentando según aumentaba la represión del régimen. Algunos países árabes retiraron a sus embajadores de Damasco.Y tras cuatro largos meses de revolución y más de 2000 muertos, la Liga árabe entró a formar parte de la resolución de la crisis. En su primera visita a Siria, su Secretario General habló de las promesas reformadoras del régimen, lo que supuso una decepción para la calle siria que se sintió con la espalda contra la pared.

Los sirios comenzaron a expresar en sus lemas que se sentían abandonados a su suerte en su enfrentamiento contra un régimen sin conciencia nacional ni humana. Gritaban: “Dios, no te tenemos más que a ti” y se mofaban de la Liga Árabe. Derrocaron al mundo entero: “Que caiga el régimen y que caiga la oposición, que caigan las comunidades árabe e islámica, que caiga el mundo y que caiga todo. Firmado: Kafar Nebel [ciudad siria] ocupada”.

Sin embargo, los sirios demostraron una sorprendente determinación a seguir con sus protestas pacíficas. En el mes de julio cerca de un millón y medio de personas salían a la calle cada viernes, pero a principios de agosto, el régimen comenzó a ocupar las ciudades con tanques: Hama, Deir Ezzor y Homs, la capital de la revolución siria. A comienzos de Ramadán, el mismo mes de agosto, las manifestaciones pasaron a ser diarias en decenas de lugares, como pasaron a cometerse asesinatos a diario (la media era de veinte a veinticinco víctimas), sin exceptuar la fiesta de fin de Ramadán ni la del Sacrificio. Se calcula que hay decenas de miles (tal vez cien mil) detenidos y los activistas han sido asesinados adrede y torturados, muriendo algunos de ellos bajo dicha tortura. Los habitantes de diversas zonas han sido humillados, mujeres y niños han sido violados y los rebeldes y las zonas que controlan han sido tratados con intenso odio y rencor.

Tras nueve meses, la revolución muestra de nuevo una determinación inquebrantable, algo que sorprende incluso a los que se han puesto en cuerpo y alma de parte de revolución, como quien escribe estas líneas. Sin embargo, desde que terminó el verano, han comenzado a alzarse más y más voces que llaman a responder a la violencia con violencia y a proponer en el nivel político la cuestión de la protección internacional de los civiles sirios.

La oposición siria, que no creó un marco político efectivo para ayudar a la revolución hasta que fue demasiado tarde (a comienzos de octubre), se encuentra en una situación contradictoria: si no se afana en lograr el objetivo clave de la revolución, la caída del régimen, algo en lo que ha su participación directa ha sido leve o inexistente, no tendrá ningún efecto sobre la revolución y se mantendrá como una “oposición tradicional” pre-revolucionaria y antirrevolucionaria. En cambio, si lo hace, a pesar de que, reitero, su participación directa ha sido casi nula, tal vez sea capaz de suministrar a la revolución combustible nuevo, sin por ello, ser quien la ha activado ni quien la conduce. Esta es la dificultad a la que se enfrenta el Consejo Nacional Sirio, que ha logrado una legitimidad popular porque se puso con claridad y sin ambages de parte de la revolución, pero de quien no puede decirse que se haya convertido en su líder".

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