Formas de traicionar el levantamiento sirio


"Son más que una fila, uno o cinco, ya no hay nada que diferencie a esos que lloriquean a borbotones por el futuro de Siria, país que, según ellos, se expone a múltiples desgracias y guerras de todo tipo: civil, sectaria, étnica, geográfica, rural-urbana, entre jóvenes y ancianos, entre el ejército organizado clásico y el ejército clasista que apoya el régimen, entre las clases pobres de ingresos limitados y otras medias o burguesas, o entre los que llaman a la intervención extranjera y los que la rechazan, los que piden la “militarización” frente a los que gritan “pacífica” y, por supuesto entre “islamistas” y “laicos”, así como “conservadores” frente a “modernizadores”…

Las características del llanto, además, son diversas pues, en primer lugar, encontramos un intelectual que se ha callado durante todo el tiempo que ha durado el levantamiento para después de nueve meses romper su silencio y gritar desde Suweida: “Siria, mi querido país, ¿ dónde te llevan tus ignorantes, insolentes y conspiradores hijos?” Los que adoptan tal discurso se refugian en el melodrama sin reconocerlo, teniendo mucho cuidado (aunque se ve claramente) en que no se note su deriva intensamente sentimental en ocasiones o su tono que rezuma populismo barato. Su lema es salvar a Siria del negro destino, de consecuencias desastrosas, al que la conducen fuerzas occidentales, atlánticas, otomanas y árabes con el objetivo de fragmentar el país y reproducir, de una forma más dañina si cabe, los acuerdos de Sykes-Picot.

Este intelectual también dice que el levantamiento es solo una fuente de problemas que, si continúa, atraerá a las grandes potencias para que aumenten las conspiraciones, lo que, eventualmente, llevará a la intervención extrajera, exponiendo a Siria a lo que se han expuesto países como Libia, Iraq o Afganistán. Si no tiene valor para decir que el levantamiento era totalmente innecesario, para poder pedir de forma difuminada que cese de inmediato, el intelectual de este tipo no llega a exigirlo, especialmente cuando se da cuenta de que su programa es demasiado simple: alejar las conspiraciones del camino que une al pueblo y al poder, refugiarse en la razón y no en la ignorancia y repeler la división entre los miembros de la sociedad. Finalmente, pide que el gobernante lleve a cabo algunas reformas políticas y administrativas que exigen los gobernados porque sobre la legitimidad de las mismas no hay discrepancias.

Encontramos también a quien se considera a sí mismo como parte integrante del levantamiento, que escribe y teoriza sobre el mismo y que presenta como su portavoz. Este intelectual pone el balón en el campo del régimen exclusivamente y le carga con la responsabilidad de que Siria navegue hacia las costas de la seguridad o de que caiga en el abismo de lo desconocido. Cuando se es algo condescendiente con el poder, dicho intelectual condiciona la condescendencia a la pregunta de si “las élites gobernantes y pudientes” pueden superar la elección a la que las ha sometido el pueblo sirio. ¿Colaborarán con el pueblo, especialmente con sus jóvenes, y corregirán lo que las prácticas en materia de seguridad han corrompido durante décadas? Además, este tipo de intelectual acostumbra a escribir sobre las reformas como un muro entre la realidad y el pensamiento; es decir, entre “la realidad de la desesperación” que representan los regímenes actuales y el pensamiento del futuro al que aspiran llegar las nuevas generaciones [...].

Un tercer tipo no duda que la victoria del pueblo llegará, porque la balanza entre la esperanza y el desánimo no se ha desequilibrado del todo a favor del segundo y porque se apoya en un modo de pensamiento, una consideración analítica y unas parcialidades morales entrelazados y complementarios que le conducen a un único objetivo: la caída del régimen. No está en el centro del movimiento popular, pero tampoco está en los márgenes, y así lo encontramos unas veces defendiendo las propuestas del Consejo Nacional Sirio, porque considera que representa sus ideas como también representa a amplios sectores de la oposición y del pueblo, mientras aparece en los encuentros del Comité de Coordinación u otros grupos opositores que piden que se produzca una transición por etapas o que siguen una estrategia que los aleja del Consejo Nacional Sirio. Su discurso sobre el poder es ambigua, pues no expresa una oposición radical sin margen a la interpretación, pero por otro lado, no se pone de su parte nunca en sus diversas posturas [...].

El cuarto tipo se sube a la torre de marfil como han hecho muchos intelectuales traidores a lo largo de la historia que, en sus definiciones clásicas, pone al régimen y a la oposición al mismo nivel de error y los someten a pruebas de error, llegando a conclusiones que no distinguen shabbih y el manifestante ni entre el asesino y la víctima. Si algunas personas dicen “Dios es grande” en este o aquel barrio popular conservador después de que Al-‘Ar’ur termine sus sentencias incendiarias nocturnas o si los manifestantes gritan que no tienen más ayuda que la de Dios o si piden la protección del ser divino exclusivamente, la culpa la comparten a partes iguales más o menos el régimen y la oposición. El primero porque es condescendiente con figuras como Saíd Ramadán al-Buti y la segunda porque lo es con Muhammad Riyad Shaqfa. Ahora, si uno anuncia su condena de la “democracia de las lenguas cortadas” como la llama Al-‘Ar’ur, esto no basta y se pide que uno obtenga el diploma de buen comportamiento y que acuse de pecador a todo el que diga “Dios es grande” cuando oye a Al-‘Ar’ur [...].

A este cuarto tipo solo lo completa el quinto de intelectual, que lanza la la acusación de que se está traicionando a Siria (y algunos no se cortan y van aún más lejos y hablan de una traición a la comunidad islámica) contra todo aquel que no condene de forma determinante y explícita, de forma que no quede margen para responder, discutir o cambiar de opinión, lo que se conoce como “la militarización de la revolución”. Un levantamiento es una no militarización por necesidad, sentencia que consideran inapelable incluso si la mayoría de los que componen este grupo hacen declaraciones algo ambiguas y después de ponerse de acuerdo, se proponen destruirlo en la cuna: la violencia del régimen va en aumento y es cada vez más salvaje, y eso es lo que conduce a la toma de las armas por parte de los manifestantes, para defenderse a sí mismos, a su honor y a su sustento. Este es un derecho legítimo reconocido a nivel mundial de forma prácticamente unánime desde el principio de los tiempos. Lo más peligroso de esto es la posibilidad intrínseca de que se acuse al pueblo, y no el régimen, de armarse y por tanto, que algunos ciudadanos hayan recurrido a las armas no es resultado de las salvajes políticas de seguridad y militares que aplica el régimen para acabar con el levantamiento, sino que es una reacción insana, no revolucionaria y no pacífica.

El caso es que la militarización y los atrincheramientos religiosos, sectarios y étnicos son desarrollos que garantizan que se el intenso dolor se una con la cultura de la protesta, la resistencia pacífica, la movilización popular y el espíritu de unidad popular y otras peculiaridades que ha traído consigo el levantamiento sirio durante los ocho meses pasados. Sin embargo, esta discusión no es ni con uno mismo en forma de monólogo, ni espiritual sin extensión más allá del sí y el no, el blanco y el negro, el pacifismo absoluto o la militarización también absoluta, el realismo del “arte” de la política o la metafísica del “arte” la acusación de traición. Es cierto que el levantamiento no debe caer en los derroteros de la militarización, ni en las trampas del recurso a las armas vengan estas de donde vengan, pero ¿puede aplicarse la infalible regla de la analogía como una espada afilada sobre todo el que se arma sin ahondar en las causas que le han llevado a ello y cómo y cuándo y dónde? [...]".

Comentarios

  1. Querido Ignacio
    ¿Cual es el motivo que hace que muchos intelectuales llaman a la Revolución Siria como RREVUELTA, LEVANTAMIENTO, ETC.??
    ¿es algo que depende de términos linguísticos? o ¿es que solo le llaman REVOLUCIÓN si tiene éxito?

    es una pregunta con ánimo constructivo!

    Gracias

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