Las zonas calientes en Siria

Para saber lo que pasa en Siria es de recomendable lectura el blog de la periodista Natalia Sancha, excelente profesional con un profundo conocimiento de la zona que trabaja como freelance. Uno de sus últimos post es el titulado "Las zonas calientes" donde habla de las zonas bajo control rebelde:

"Las zonas calientes es como llaman en Siria a las áreas en las que hay enfrentamientos. Mientras que el centro de Damasco y hasta hace unos días Alepo y Latakia eran los únicos bastiones totalmente al servicio del presidente y ajenos a la violencia que se extiende en el resto del país, escasos medios han podido atestiguar de la extensión de la oposición en  Siria.

Son muy pocos los periodistas que han podido acceder a las ciudades sitiadas y ello entrando de forma ilegal en el país ya que el  ministerio de información sirio bien no otorga permisos a la prensa, bien cuando lo hace pone un acompañante al periodista limitando así su trabajo. La desinformación provoca que no se tenga una imagen certera de la extensión real de las protestas. No obstante muchos ciudadanos sirios han huido de las “zonas calientes” a Damasco o al vecino Líbano  llevando con ellos imágenes y los relatos de lo ocurrido en sus ciudades.

“Medio Homs está en Damasco ahora. Nosotros también si no fuera porque tenemos que esperar a que mi hermana se recupere”. Quien habla es un joven de 23 años,  originario de Homs. Vive en el barrio alawita (los alawitas representa el 12 % de la población, entre ellos la familia del presidente) colindante al barrio de Baba Amro, el más castigado por el ejército sirio en Homs. Como tantos otros jóvenes realiza un corto viaje al Líbano para obtener algo de dinero y así mantener a su familia. “Mi hermana regresaba a casa de comprar en un taxi colectivo. Había un control de hombres vestidos de militares. El conductor se asustó y aceleró. Les dispararon y a mi hermana le alcanzaron 4 balas en el pecho y los brazos. Solo hay un medico en todo Homs para atender a la gente. Y un hospital que no da abasto”. El acceso a las armas por parte de civiles y el sectarianismo creciente hacen que nadie confíe en nadie. “Todos están vestidos de militar, ya no sabes quien es quien. En los controles la gente teme que sea un falso reten y nos maten según de que religión seamos”. Como en Líbano, en Siria se conoce la religión de cada cual según el nombre que aparece en el carné de identidad o bien según la ciudad natal. Un miedo que hace que en las zonas en de conflicto apenas habrán las tiendas un par de horas al día y a partir de las 2 o 3 de la tarde no haya nadie en las calles. El recrudecimiento de las sanciones internacionales se hace notar y empeora aun más la situación. Por las noches se pueden ver largas colas de autobuses, camiones y coches ante las gasolineras. En la capital la electricidad se corta cada día 4 horas a falta de combustible y en las zonas rurales se corta hasta 11 horas al día.
  
Todo desplazamiento fuera de Damasco implica un viaje incierto entre controles militares, controles de los revolucionarios o de los servicios secretos y desde luego una negativa para todo extranjero de salir de la capital. En el camino a Damasco varios controles de jóvenes de apenas 18 años armados con kalashnikovs y vestidos de civiles paran a todo vehículo para registrar y pedir identificaciones. En el camino, varios tanques regresan a su base de lo que posiblemente haya sido otro día de bombardeo en Zabladani a escasos kilómetros de la capital.  Damasco está rodeado por barrios sumidos en las revueltas. Kaffer Susa, Douma, Zabadani, y otras ciudades del Rif Dimash, Berje, Mezze y tantos otros en los que por las noches se pueden oír los tiros y los enfrentamientos. Estos barrios están a 5 minutos en coche de Damasco.

Majed es opositor y vive en Zabadani. “En Zabladani no pueden hacer como en Homs. Zabadani está entre dos montañas mientras que Homs es plano. Estamos en un valle y es muy complicado para el ejército sirio entrar en las zonas sublevadas. Además es montaña alta y los locales conocen muy bien el terreno mientras que los militares vienen de fuera”. Este joven asegura que hay enfrentamientos constantes y que la ciudad está sellada por controles militares. Los bombardeos prosiguen en la ciudad. Cuando se le pregunta sobre el número de opositores armados sonríe: “El Ejercito Libre Sirio no es tan importante como se pinta. Habrá un centenar de ellos en Zabadani. Pero son los jóvenes los que se cuentan por centenares y ellos son los que hacen el número”. En cuanto a quién provee las armas el joven responde: “Por el momento no han entrado muchas. Pero todo el mundo en Siria tiene un arma. Más aun en las zonas campesinas. Por eso cuando se ve en televisión que han cojijo a insurgentes se ven armas de muy diverso tipo: un fusil de caza, un arma del periodo turco, una kalashnikov…”

Los relatos de horror se multiplican y entre los rumores es fácil identificar la peor pesadilla de la población: las ejecuciones sectarias. Los relatos de ejecuciones en falsos retenes se multiplican. Entre los actores armados hoy en Siria se cuentan: el ejército sirio, el Ejercito Libre Sirio, la shabiha o mercenarios afines al régimen, supuestos terroristas religiosos fundamentalistas y la parte armada de la oposición al régimen. Mouna es de Juubar, una de las zonas calientes y como otros ciudadanos de la periferia de Damasco relata las ejecuciones sectarias: “Tres jóvenes alawitas venían de Tartous a vender fresas a Juubar. Hombres armados los arrestaron en un falso reten y los degollaron, todo a cuchillo dejándolos a la vistas de todos…”.

Frente a las ejecuciones sectarias otro temor común son los raptos de jóvenes mujeres. Son muchos los desplazados internos que relatan la desaparición de jóvenes a manos de hombres armados. “Van desapareciendo cada día. Ya en Homs tenemos que ir todas veladas. Yo y mis hermanas nos hemos venido  casa de un familiar, pero van mas de 200 jóvenes desaparecidas. Las que regresan relatan las peores torturas entre violaciones y golpes. Además no funcionan los teléfonos no puedes ni pedir ayuda.”, relata una joven estudiante de Homs.

Los desplazados internos se cuentan por decenas de miles a pesar de su invisibilidad en la prensa nacional o internacional. “Los que han huido de Homs y no pueden o no tienen los medios para ir a Damasco huyen a pequeñas aldeas cercanas a Homs. Duermen en iglesias, mezquitas o casas. Por el momento están siendo acogidos pero conforme se deteriora la economía se convierten en un peso mayor para la solidaridad de los aldeanos” explica un joven activista sirio. En Damasco los alquileres suben conforme llegan nuevas oleadas de desplazados en busca de cobijo.

Si muchos han optado por huir otros dejan a un hombre en sus casas para evitar que las saqueen. Ahmed es uno de ellos que ha visto al regresar a su casa  en Homs como se lo habían llevado todo. “No han dejado ni  la ropa de los bebes. Cuando los militares entran en una casa, la shabiha les acompaña y se pueden llevarse todo lo que quieran como pago. Las mujeres siempre tienen una dote en oro o joyas y siempre hay dinero ahorrado en las casas. Es así como se enriquece la shabiha”.

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