Meter al tiempo en la historia

El filósofo y ensayista Santiago Alba Rico publica en Rebelión esta reseña sobre nuestro libro Informe sobre las revueltas árabes (Ediciones del Oriente y el Mediterráneo, 2011): "Meter el tiempo en la historia: inventario provisional de las revueltas árabes". Es la primera reseña, que yo sepa, aparecida en España sobre el libro y se agradece enormemente.

"Las revoluciones o revueltas o levantamientos árabes constituyen sin duda el acontecimiento más relevante a nivel mundial desde la derrota de la URRS en la guerra fría, como lo demuestra la reacción contrariada y a veces histérica de la mayor parte de los gobiernos o fuerzas políticas que tratan ahora de reprimirlas, controlarlas o revertirlas. Cualquiera que sea el desenlace de las mismas, esperanzador o todo lo contrario, podemos decir ya que esta ondulación inesperada y vertiginosa del mundo árabe obliga a cambiar todas las reglas del juego en la zona más decisiva del planeta en términos geoestratégicos y la más frágil en el ámbito social, político y militar.

Durante el último año, los medios de comunicación nos han sumergido bajo un tsunami de noticias y medias noticias y no hemos dejado de analizar los acontecimientos a partir de ellas o contra ellas, la mayor parte de las veces sin mucho fundamento, llevados más por esquemas preconcebidos que por un verdadero conocimiento de la región o, en el mejor de los casos, revolcados por la celeridad y volumen de las informaciones, tan apabullante que resultaba muy difícil no sólo ordenarlas sino incluso recordarlas. En algún momento -mientras la sacudida sísmica sigue- teníamos que pararnos para hacer un informe, ordenar los datos, enhebrar los sucesos, dar un poco de espesor histórico a la urgencia inmediata de las crónicas.
Ese informe ya lo tenemos. Salió a principios de año, coincidiendo con el aniversario del comienzo de las revueltas; se llama precisamente Informe sobre las revueltas árabes y ha sido publicado por Ediciones del Oriente y del Mediterráneo. Sus autores, siete profesores y/o investigadores especialistas en el norte de Africa y el Oriente Próximo, no han tenido más pretensión que detener un instante el tiempo y meterlo en la historia, con todo lo que eso tiene simultáneamente de violento y de necesario. El formato “informe”, intencionadamente sobrio y hasta distante, satisface en estos momentos, en efecto, la demanda de un inventario al margen de las pasiones, una acción notarial que resucite datos que hemos olvidado y nos proporcione otros que ningún medio, ni los comerciales ni los alternativos, nos han proporcionado. Pero obviamente todo informe implica una toma de partido o al menos la elección de presupuestos vinculantes, en el plano político y empírico, que ninguna templanza estilística puede ocultar. No me gusta el término “especialista”, investido de una autoridad a menudo más anestésica que real, pero sí tenemos que recurrir a alguna palabra para referirnos a aquellas personas que han dedicado su tiempo y su esfuerzo a estudiar un determinado objeto, mientras nosotros estudiábamos otro o nos dedicábamos -como suele ocurrir más bien- a trabajar o buscar trabajo la mayor parte del día. Entre los “estudiosos” hay también debates ideológicos, a veces encarnizados, pero tienen la ventaja, frente a los debates de los “ideólogos”, de que para participar en ellos estamos obligados igualmente a estudiar y a estudiar más y mejor.

Los “presupuestos vinculantes” de este libro -que para la mayor parte de los “estudiosos” son ya datos, recogidos también en el libro- los exponen en el prólogo los dos coordinadores de la edición, Ignacio Alvarez-Ossorio e Ignacio Gutiérrez de Terán, dos de los más notables arabistas de nuestro país. Son los siguientes:

-Las revueltas en los seis casos estudiados (Túnez, Egipto, Yemen, Bahrein, Libia y Siria) son la respuesta popular a “situaciones similares” de opresión política y degradación económico-social.

- Son todas espontáneas y populares y se desencadenan al margen de las fuerzas políticas locales y de las geoestrategias internacionales.

- Todas ellas colocan a EEUU y Europa “en una situación incómoda”.

- Están favoreciendo a fuerzas islamistas que, al contrario de lo que ocurrió con las “revueltas del pan” en los años 80, no han “teledirigido” el levantamiento y que además han evolucionado larga y rápidamente desde posiciones radicales a otras mucho más moderadas y democráticas.

El riesgo de “meter el tiempo en la historia” mientras sigue discurriendo es grande. Porque genera la ilusión inevitable de que “el tiempo” ya ha acabado; y porque, en la medida en que sigue turbulento sin desenlace previsible, puede obviamente corregir o dejar obsoletos algunas de las informaciones o de los pronósticos del libro. Como el Informe sobre las revueltas árabes tiene sobre todo esa vocación notarial referida, la utilidad de su contenido se mantendrá viva con independencia del curso posterior de los acontecimientos. Los capítulos dedicados a Túnez y Egipto (redactados por Guadalupe Martínez y Athina Lampridi) son tal vez los más livianos, pero también los menos polémicos. Los dedicados a Yemen y Bahrein (Leila Hamed y Luis Mesa) tienen el interés añadido de iluminar los entresijos de dos países de los que casi nadie sabía nada hasta el estallido de las revueltas y a los que la mayor parte de las fuerzas políticas de izquierdas han prestado muy poca atención (mientras las de derechas intervenían incluso militarmente).

En cuanto a los dos “informes” relativos a Libia y Siria, parecerán los más importantes porque abordan los procesos sin duda más abiertos y los que -justificadamente o no- han movilizado más disputas ideológicas. El primero, escrito por el siempre brillante Ignacio Gutiérrez de Terán, permite comprender bien la dictadura de Gadafi, relativizar la tan mentada composición tribal del país y alumbrar algunas de “las incógnitas de la transición”, todavía hoy no despejadas (y a las que la reciente reivindicación federalista de la Cirenaica y la aceptación de las milicias armadas, frente a ella, de someterse al poder central del CNT añaden nuevas incertidumbres). Pero obviamente el caso más difícil es el de Siria, porque sigue en trágica ebullición y porque la situación allí cambia cada día. Al excelente texto elaborado por Ignacio Alvarez-Ossorio y Laura Ruiz de Elvira, que desmonta todas las ilusiones sobre el supuesto carácter “socialista” o “progresista” de la tiranía de Al-Asad, no se le puede reprochar que insista en el carácter “pacífico” de la revolución siria cuando hoy -mientras manifestaciones ciudadanas siguen sacando a la calle a miles de sirios desarmados- los enfrentamientos militares entre el ejército sirio y el ELS se suceden; o que destaquen el rechazo de toda intervención extranjera por parte de la oposición cuando ahora el CNS pide expresamente, frente a la renuencia de Europa y EEUU, una intervención exterior. Todo lo contrario. Porque como este libro, además de dar más información, trata de fijar el tiempo, siempre amenazado por el olvido, es importante seguir recordando que la militarización de la revuelta siria es muy reciente y que la demanda de una intervención es la consecuencia de mucha represión y mucho dolor, explotados por una oposición en el exilio que dominan los HHMM y que no representa a la mayor parte de los que se juegan la vida en el interior.

La vocación notarial del libro, tan importante en estos momentos, se prolonga en el apéndice, un archivo fundamental de discursos, comunicados y resoluciones de la ONU que hay que tener siempre ante la vista -junto a la rigurosa cronología adjunta- para comprender qué pasó, que está pasando y también qué va a pasar.

Un libro, en fin, cuya segunda parte la están escribiendo los pueblos sobre el terreno, pero ya imprescindible para tratar de entender el magma hirviente del que, al enfriarse, emergerá la figura del nuevo orden mundial".

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