¿Sin novedad en Siria?

El Informe Semanal nº 784 de Política Exterior dedica un espacio a analizar el callejón sin salida en el que se adentra la crisis siria: "Sin novedad en el frente sirio". Discrepo rotundamente en el último párrafo, aquel en el que vaticina una posible limpieza étnica en el caso de que el régimen caiga:

"La reunión en Túnez del llamado “grupo de amigos de Siria” y el referéndum constitucional convocado por el régimen de Bashar el Assad, en el que el gobierno dice haber obtenido una clara mayoría, podría crear la impresión de una aceleración del proceso político. Pero la realidad apunta a más de lo mismo. Es decir, a la continuidad de la espiral represiva.

El referéndum del 26 de febrero no puede engañar a nadie. En 2000, El Assad fue refrendado por el 97,2% de los votos y renovó su cargo en 2007 con el 97,6%. Por otra parte, la nueva Carta Magna ha sido elaborada por un grupo de 29 personas designadas personalmente por el presidente sirio. En esas circunstancias, de poco sirve acabar –al menos sobre el papel– con el sistema de partido único del Baaz. Las elecciones se convocarán en un plazo máximo de 90 días, un tiempo a todas luces insuficiente para que los nuevos actores políticos puedan organizarse. El modelo que recoge la reforma constitucional sigue apostando por un régimen presidencialista que, aunque en apariencia limita el cargo a dos mandatos de siete años cada uno, en realidad pretende garantizar la permanencia de El Assad al menos hasta 2028.
Mientras, la comunidad internacional está lejos de adoptar una posición común, como quedó de manifiesto en la reunión de Túnez del 24 de febrero. Arabia Saudí respaldó la opción de armar a los opositores sirios, pero otros, como EE UU y varios países europeos, prefieren apostar por las sanciones económicas. Rusia y China ni siquiera estuvieron presentes.

Por su parte, la oposición siria sigue presa de sus rencillas internas a pesar
de las presiones internacionales para que se concrete su unidad. De hecho, el mismo día del referéndum constitucional, se produjo una nueva escisión del Consejo Nacional Sirio (
CNS). A esos grupos se suman los más atomizados Comités de Coordinación Local, los verdaderos protagonistas de la insurrección. Incluso Al Qaeda ha defendido la revuelta, lo que agudiza las suspicacias de los países occidentales a ciertos grupos de la oposición siria.

La idea de constituir “zonas liberadas” cerca de las fronteras con Turquía y Jordania y la apertura de pasillos humanitarios es una opción controvertida. Según analsitas como Michael Ignatieff, esos enclaves servirían para concentrar a las poblaciones rebeldes en zonas aparentemente de refugio, pero que en realidad facilitarían los ataques de las fuerzas de seguridad del régimen, como sucedió en Srebrenica durante la guerra de Bosnia. Menos probable aún es que se pueda producir un golpe de Estado, dado que los altos mandos del aparato de seguridad están en manos de alauíes.
 
Hafez el Assad, padre del actual presidente, convirtió la sociedad tribal alauí en el fundamento del régimen baazista, cuyo hundimiento probablemente condenaría a los alauíes a replegarse en sus enclaves mediterráneos, en una limpieza étnica que también temen los cristianos, drusos y otras minorías étnicas que han vivido protegidas por el régimen laico del Baaz, un partido fundado por un cristiano ortodoxo, Michel Aflak".

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