Derechos humanos en Irán

Coincidiendo con el 34 aniversario de la Revolución Iraní, el blog de Amnistía Internacional en Eldiario.es recoge hoy este artículo de Reinhard Lamsfuss sobre la sistemática violación de los derechos humanos por parte del régimen iraní. No es casualidad que Irán se haya convertido en el principal aliado de Bashar al-Asad en Siria y que haya exportado sus prácticas al vecino árabe.

"Desde las protestas de junio de 2009 por el supuesto fraude en las elecciones presidenciales, la tensión en la calle es recurrente. En años anteriores, la oposición ha convocado manifestaciones pacíficas; manifestaciones que en 2011 se saldaron con al menos dos muertos, decenas de heridos y cientos de detenidos cuando las fuerzas de seguridad disolvieron brutalmente las concentraciones.

Hemos pedido una y otra vez que se respete el derecho a la libertad de reunión y se permita a la gente protestar sin sufrir represalias. Pero la realidad es inquietante, así como otras de las oscuras caras del historial de derechos humanos de Irán: la pena de muerte.En este país se ejecuta, como mínimo, a una persona cada día. El informe anual de 2011 de Amnistía Internacional constata que Irán informó oficialmente de 360 ejecuciones, pero fuentes fidedignas indicaban que se habían llevado a cabo 274 más, muchas de ellas en secreto. Resulta especialmente grave que también se realicen ejecuciones de personas que eran menores en el momento de cometer el delito del que se les acusa, algo prohibido por el derecho internacional. Ocurrió hace poco con el caso del joven Ali Naderi, ejecutado en enero en la cárcel de Rajai Shahr.
 
Las denuncias por represión llegan por decenas a nuestras oficinas. Organizaciones de derechos humanos, abogados defensores, activistas de los derechos de la mujer y de minorías étnicas o religiosas, cineastas, blogueros, periodistas, líderes o activistas políticos, sindicales o estudiantiles y académicos están en el punto de mira. Hacer cualquier cosa que se salga de los límites, cada vez más estrechos, de lo que las autoridades consideran social o políticamente aceptable, supone ponerse en peligro. Se puede acabar en la cárcel por crear un grupo social en Internet, unirse a una ONG o expresar oposición a la situación actual. El caso de las mujeres es especialmente preocupante, ya que siguen estando discriminadas, tanto en la ley como en la práctica. Muestra de esta discriminación es la imposición de código indumentario.
Profesores de Irán protestan por las condiciones de trabajo y salariales en frente del parlamento en Teherán, marzo de 2007. © www.kosoof.com
El aumento de la represión se hace notar durante estos días. En tan solo tres días, en enero, las autoridades detuvieron al menos a 14 periodistas en redadas llevadas a cabo por la policía en las oficinas de diversos periódicos. Según los informes, se les acusa de colaborar con organizaciones mediáticas en lengua persa “antirevolucionarias” con sede en otros países. Un ejemplo más de las draconianas restricciones que sufren quienes ejercen el periodismo.

Uno de los casos más señalados es el de la abogada Nasrin Sotoudeh, que cumple una condena de seis años de cárcel desde septiembre de 2010. Amnistía Internacional, junto a otras organizaciones, lleva años pidiendo su liberación. Ha sido declarada presa de conciencia, dado que está encarcelada única y exclusivamente por su trabajo pacífico como abogada de derechos humanos. Su labor ha sido reconocida internacionalmente con la concesión, en octubre de 2012 del Premio Sajarov por parte del Parlamento Europeo. Las autoridades iraníes, por su parte, no se han limitado a encarcelarla. También han acosado a sus familiares e incluso han emprendido medidas contra ellos, como por ejemplo la prohibición de viajar a su hija de 13 años, hecho por el que Sotoudeh estuvo en huelga de hambre durante 49 días en prisión a finales de 2012.

Esta es la imagen de Irán en la actualidad; un país en el que la falta de libertad de expresión o la pena de muerte son solo dos ejemplos de los abusos a los derechos humanos que se cometen cada día. En estas circunstancias, estamos obligados a mantener el nivel de alerta y seguir presionando a sus autoridades para que el hogar de una de las civilizaciones más antiguas de la historia no de la espalda a los derechos de sus habitantes".

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