Cine y guerra

Reproduzco, en la entrada de hoy, el artículo que el profesor Víctor de Currea-Lugo publica en el diario El Espectador: "Irak: cuando el cine justifica los medios" .

"El cine de guerra ha permitido recrear la verdad o limitarla a un contexto más simple, donde la lógica del vaquero y del indio se impone porque se basa en una idea tan extendida como errónea, todo desde cuando Platón dijo “lo bueno es lo bello, y lo bello es lo bueno”. Así, la estética y de ética se vuelven intercambiables, aún más en los tiempos “posmodernos” que corren.
 
Ante la guerra de Irak de 2003, buena parte de Hollywood se pronunció en contra, pero después la historia ha sido reescrita en la pantalla: la película “Hurt Locker”, de la directora estadounidense Kathryn Bigelow, recibió el Oscar a Mejor Película en 2009. La trama, bastante polémica por sus inexactitudes, se podría simplificar diciendo que un grupo anti-explosivos desarma bombas en las calles de Irak. Pero la pregunta no toca un aspecto esencial: ¿qué hace el ejército de los Estados Unidos allí? Así, se “justifica” la presencia militar de los Estados Unidos en Irak, porque allí “algunos hacen cosas buenas”.
 
La misma directora va más allá en 2012, con la producción “Zero Dark Thirty” sobre el asesinato de Osama Bin Laden, basado en información filtrada desde el comando que realizó la operación. Esta película es candidata al Oscar a Mejor Película en 2013. “Zero Dark Thirty” plantea el debate que ya había insinuado el profesor canadiense Michael Ignatieff: es mejor torturar a unos para salvar a muchos. Este mensaje simple, en el marco de la guerra contra el terror y en la persecución a Bin Laden, arropado por un gran nacionalismo y sin ningún sentido crítico sobre la naturaleza de Al-Qaeda, es funcional a la violación de derechos humanos.
Algunas películas más críticas sobre Irak son: “In the Valley of Elah” (2007) o “Green Zone” (2010). La primera habla del impacto en la guerra en la cotidianidad de los soldados de los Estados Unidos y en la segunda de la forma retorcida e interesada en que se construyó el argumento falaz de la presencia de armas de destrucción masiva en Irak. No gratuitamente hay referencias en la película de 2012 a los más de mil vuelos secretos de la CIA llevando y trayendo secuestrados con el beneplácito de la mayoría de países europeos, o el centro de detención en Guantánamo, otras pruebas de dicha violación de derechos humanos.
 
Volviendo a “Zero Dark Thirty”, vale preguntarse si la espía de la CIA es tan sensible al dolor humano ¿por qué cohonesta con la tortura y el asesinato? Es simple: la definición de humanidad no incluye, para ella, a los terroristas. Y la tortura ayuda al resultado deseado: matar a Bin Laden. En la película es más doloroso la caída de un helicóptero militar que el asesinato de civiles. Pero la muerte de Bin Laden, el objetivo de la operación, no lesionó la estructura de Al-Qaeda porque este grupo no es una organización vertical, sino que su nombre lo adoptan grupos de Somalia, Mali o Yemen, más como una franquicia que como una red organizada como tal.
 
Ella, la agente de la CIA, es la bella de la película, ergo, es la buena. En un país como los Estados Unidos, manipulado por el miedo e ignorante de la complejidad del mundo, este tipo de películas refuerza que están llamados a salvar el mundo, de que el fin justifica los medios y de que una buena imagen vale más que mil debates".

Comentarios

  1. Muy de acuerdo con esta opinion, pero a mi la pelicula y la interpretación de Chastain me gustó, cinematograficamente hablando. Otra cosa ya es la realidad...

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