Tensiones yihadistas en Siria

Rebelión publico recientemente el artículo "Recomposición local del islamismo yihadista" del investigador asociado en el Institut Thomas More Laurent Vinatier, inicialmente aparecido en la web ReligiScope. Se centra en las tensiones entre las facciones próximas a Al-Qaeda que combaten en territorio sirio.

"[...] En abril, el emir Abou-Bakr Al-Bagdadi, proclamó la creación del Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL). Casi inmediatamente, la iniciativa es rechazada por el líder sirio, Abou-Mohammed Al-Golani, líder de JAN (Jabhat al-Nusra) que se opone tajantemente a reconocer la preeminencia de Al-Bagdadi. El jefe de Al-Qaeda-matriz, Ayman Al-Zawahiri, da la razón al primero, sugiriendo posteriormente que JAN debe conservar una cierta autonomía. Sin embargo, sobre el terreno, el efecto es devastador para JAN que ve cómo se marcha la mayor parte de los combatientes, voluntarios extranjeros llegados a lo largo de los meses anteriores en apoyo a la insurrección, que prefieren el binacionalismo o transnacionalismo y se unen a la nueva estructura. El golpe es doble cuando Al-Golani creyendo evitar la sangría, anuncia su aproximación a Al-Zawahiri: entonces pierde sus militantes sirios. A lo largo de todo el verano de 2013, JAN se encuentra muy debilitado. Se recupera un poco este otoño recobrando algunos de sus antiguos partidarios sirios.
 
Las razones más profundas de la decisión de Al-Golani son todavía un misterio. Más aún tras haber sido el asistente de Al-Bagdadi durante los combates en Irak a lo largo de la década de los 2000. Entre algunos periodistas sirios, se dice que Al-Golani y una buena parte de sus amigos, no hubieran querido involucrarse totalmente en Irak. Habrían participado como mal menor en la guerra civil iraquí porque les resultaba imposible permanecer en Siria a menos que aceptasen ir a prisión o incluso la tortura. Cualquiera que sea la veracidad de estas especulaciones sobre las causas profundas de Al-Golani en Irak, el hecho es que a su vuelta encuentra rápidamente el camino de la cárcel. Así mismo, sea cual sea la razón de su rechazo, este acto demuestra que pretende luchar exclusivamente en un marco sirio por objetivos políticos sirios. La creación, el último 24 de septiembre de un conjunto autoproclamado “Ejército del Islam” que reúne trece grupos islamistas sirios que no reconocen la autoridad del Ejército sirio de Liberación, y sin hacer tampoco mención al EILL, refuerza la idea de un islamismo sirio de vocación fundamentalmente nacional, que tiende a desconfiar de las tentativas exteriores de recuperación. De forma bastante inesperada, la focalización en los problemas locales es válida también para la mayoría de los voluntarios internacionales.
 
[...] Sigue dándose la afiliación a Al-Qaeda, relegada a los confines de las montañas orientales de Afganistán, pero en los escenarios en los que se actúa (Siria, Irak, Somalia, Yemen) resulta bastante teórica. Es cierto que la lealtad a Al-Zawahiri está asegurada pero éste no ejerce en la práctica ninguna autoridad. También está descartado que pueda dar instrucciones a sus milicias armadas que, sin embargo, se reclaman de la marca que él ha heredado. Sus objetivos así como sus formas de compromiso y su aprovisionamiento logístico, especialmente financiero, los deciden ellos mismos. Algunos expertos destacan que los líderes más jóvenes de esta segunda generación “territorializada” no mantienen con Al-Zawahiri más que una relación muy superficial; especialmente ideológica, pero a distancia. El silencio de Al-Bagdadi de EIIL, que literalmente ignoró la declaración del líder de Al-Qaeda en el momento del malentendido con Jabhat al-Nusra, es un ejemplo revelador.
America's allies in Syria with the black flag of al-Qaeda
La desconexión adquiere una importancia significativa en el plano estratégico hasta el punto que traiciona el proyecto de Al-Qaeda en su primera versión. En efecto, las prioridades operativas de estos grupos 2.0 no tienen nada que ver con las originarias. Para todas las franquicias, se trata de atacar antes al enemigo próximo que al lejano. Actuar y golpear el corazón de Occidente ya no es un objetivo inmediato; aunque también es cierto que estos grupos, incluso si barajan teóricamente esta posibilidad, en realidad no cuentan con los medios materiales y humanos para llevarla a cabo. Más bien, apuntan a los estados herejes, corruptos, que en sus actos degradan la ley del Islam y colaboran con las potencias occidentales, comprometiéndose con ellas y autorizando la presencia de tropas extranjeras, “cristianas”, sobre los territorios del Islam.
 
Miran también a los chiíes: Irán, sus aliados y sus milicias supletorias que, según ellos, se ha visto que tienen veleidades expansionistas. La dimensión antichií se revela especialmente movilizadora para las franquicias radicadas en Irak y en los estados del Golfo. La confesionalidad intra-islámica, anti-chií y anti-suní moderada, hoy incluso tiende generalmente a predominar sobre la lucha inter-civilizaciones que opone cristianos (asociados a los judíos) a musulmanes. En esto rompen claramente con los preceptos establecidos por el mismísimo Bin Laden que en ningún caso antes había estigmatizado a los chiíes. Algunos cuadros de Al-Qaeda, a comienzos de los años 2000, incluso habrían aprovechado la complicidad iraní en sus intentos de reconstruir las redes yihadistas. De manera bastante paradójica, en un contexto globalizado, el transnacionalismo islamista sufre para imponerse.
 
Conclusión
Sin duda, la negación transnacional es momentánea. La oposición al kâfir, chií, cristiano o suní no practicante, es probablemente el mejor eje para un retorno al transnacionalismo. Si los movimientos perduran tal como están constituidos y se desarrollan actualmente en Siria, en Irak, en Egipto, en Libia, en el Sahel, en Somalia y en Kenia, deberán aparecer pasarelas, se deberían formar redes plurinacionales. A fuerza de luchar localmente, a fuerza de tentar uniones transnacionales para formar el Estado Islámico de Irak y Levante, se construyen historias. Al mismo tiempo que se dan los movimientos individuales entre frentes de guerra, se tejen lazos que permanecen. Un relato va tomando cuerpo. Los voluntarios jihadistas se posicionan y se inscriben en un marco de acción cuyo sentido descansa sobre una profunda narrativa, sobre experiencias pasadas, sobre hechos convertidos en históricos. Esta es la condición esencial para que el relato islamista transnacional pueda existir y movilizar. Era demasiado temprano para la época de Osama bin Laden. Después, como en la dialéctica hegeliana, el islamismo territorializado, negando el primer impulso, se impuso. Él mismo será negado o más bien sobrepasado y podrá dar lugar a un conjunto verdadera y efectivamente desterritorializado, islamista-jihadista, dispuesto a añadir los occidentales a los chiíes en la lista de sus enemigos".

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