Khader sobre las revueltas árabes

El pasado sábado José María Ridao entrevistó a Bichara Khader en El País. Todo un lujo conocer de primera mano las opiniones de uno de los más prestigiosos intelectuales árabes sobre los cambios y transformaciones que vive el Magreb y el Mashrq. A continuación una breve selección de la entrevista:

"Bichara Khader (Palestina, 1944) se considera árabe, palestino y cristiano, el credo mayoritario de Zababdeh, la aldea donde nació. También belga de nacionalidad, además de español de adopción. "En España encontré -asegura- un país de sustitución para el mío, de donde salí en 1965".
P. ¿Las revueltas árabes no están modificando ese retrato?
R. Hasta ahora eran frecuentes los debates acerca de si el islam era compatible con la democracia y si los árabes estaban condenados a la violencia y el fanatismo. Pero los europeos han tenido ocasión de verlos jugarse la vida coreando eslóganes como libertad, vivienda digna o empleo. Las revueltas han favorecido, así, una mirada más empática hacia las sociedades árabes. Hasta el punto de que parecería que han inspirado movimientos como el de los indignados en España.

P. ¿Son comparables las revueltas árabes con esos movimientos?
R. En la forma, sí. En un caso y en otro se trata de tomar el control del ágora, de recuperar la palabra, de expresar un sentimiento de ciudadanía activa. En el fondo, por el contrario, hay diferencias profundas. Los indignados no pretenden un cambio de régimen, sino una profundización y una moralización del sistema democrático.

P. En cuanto a las revueltas árabes, se empieza a hablar de un supuesto otoño tras la primavera.
R. Demasiada euforia es un error; demasiado escepticismo puede pervertir nuestra mirada. Estamos ante un proceso, ante una fiebre revolucionaria que conduce, o que debería conducir, hacia un fervor democrático. El paso de una etapa a otra está cargado de riesgos, no es un camino de rosas. Como en toda transición, el futuro está abierto a cualquier posibilidad. Los pesimistas están convencidos de que estas revoluciones serán secuestradas por los ejércitos, desviadas por los islamistas o por los restos de los viejos regímenes.

P. ¿Y cuál es su posición?
R. Las revueltas marcan un antes y un después, de manera que el futuro ya no será igual al pasado. Los ciudadanos que se han rebelado contra sus Gobiernos exigen que las cosas cambien. No han hecho tantos sacrificios para dejar su revolución en manos de barbudos fanáticos o de partidos que no respeten sus demandas. En cualquier caso, tengo más esperanzas en Túnez que, por ejemplo, en Libia.
Bichara Khader
P. Sin embargo, la victoria de los islamistas ha producido inquietud.
R. Túnez es el paradigma de la revolución feliz. Dispone de todos los ingredientes del éxito. Es verdad que existe inquietud en Europa tras las elecciones, pero tal vez no esté justificada. Conviene empezar por el principio: en Túnez ha habido unas elecciones democráticas, las primeras de su historia independiente. Y En Nahda no ha obtenido la mayoría absoluta en la Asamblea Constituyente, por lo que tendrá que negociar y entenderse con las restantes fuerzas.

P. ¿Túnez sigue siendo, entonces, el modelo?
R. En Egipto los manifestantes gritaban "Túnez es la solución", no "El Corán es la solución", como hacían los Hermanos Musulmanes dos décadas atrás. Túnez ha sido un modelo de protesta. No porque haya sido la revolución de Facebook, Twitter o Internet, sino porque la han llevado a cabo actores verdaderos, ciudadanos de carne y hueso.

P. Además de Túnez como modelo de revuelta, se habla de Turquía como modelo de solución política.
R. El modelo turco no es exportable: en ningún país árabe existe un Ataturk que vaya a imponer el laicismo por procedimientos autoritarios. El creciente protagonismo de Turquía en la región no tiene nada que ver con el islamismo y el laicismo, sino con las valientes posiciones de Erdogan en asuntos tales como el conflicto entre palestinos e israelíes.

P. ¿Tendrá, por fin, una salida?
R. Los ciudadanos árabes han conocido dos revoluciones, una contra el colonialismo y otra contra la dictadura. La tercera revolución será contra la ocupación israelí, porque Palestina está en la mente de todos. No tendremos primavera árabe con el invierno de la ocupación israelí. Por mi parte, quisiera llegar a vivir esa salida para no tener que someterme nunca más a que, cuando vuelvo a mi aldea, cuando vuelvo a Zababdeh, la policía israelí me pregunte: '¿Qué estás buscando aquí?'. Es demasiada humillación".

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