¿Otra oportunidad para el régimen sirio?

International Crisis Group publicó ayer un breve análisis titulado "Conflict Risk Alert: Syria´s Tìpping Point" y dedicado a las implicaciones de la aceptación por parte del régimen sirio del plan de la Liga Árabe. En él alerta de los riesgos de su incumplimiento ante la falta de credibilidad de Bashar al-Asad, pero también apuesta por darle una última oportunidad para que demuestre si está comprometido con las reformas o no lo está.

A continuación los primeros párrafos traducidos al español de manera urrgente:

"La aceptación siria de la propuesta de la Liga Árabe para desactivar la crisis representa una última oportunidad para buscar una transición negociada antes de que el conflicto empeore todavía más. A pesar de su comprensible escepticismo, tanto el movimiento de protesta como la comunidad internacional deberían dar una oportunidad a esta iniciativa, ya que rechazarla o infravalorarla permitiría al régimen justificar tanto el rechazo de la propuesta como la responsabilidad de su fracaso. De aceptarla, las intenciones del régimen sirio serán pronto puestas a prueba. En los próximos días, los manifestantes saldrán a las calles con energía renovada poniendo a prueba la sinceridad del presidente Bashar al-Asad tras meses de creciente represión...

Los diversos sectores de la oposición deberían rechazar públicamente los ataques violentos contra las fuerzas de seguridad y aceptar tomar parte en un diálogo con ninguna otra condición que la aplicación del plan. Asimismo, la comunidad internacional debería apoyar plenamente el plan y esperar a lo que ocurra sobre el terreno. Sólo dando a Damasco una verdadera oportunidad de respetar sus compromisos en el mencionado plan podrá la comunidad internacional alcanzar un consenso para que [el régimen] rinda cuentas en el caso de que no respete [los compromisos].
El acuerdo es, sin duda, imperfecto. Hace un llamamiento para poner fin a la violencia y para que el régimen retire sus fuerzas, libere a los detenidos en los recientes acontecimientos, permita el acceso al territorio sirio a la Liga Árabe, así como a los medios de comunicación árabes e internacionales y, dentro de dos semanas, inicie un diálogo con la oposición bajo los auspicios de la Liga Árabe. Pero lo hace en términos vagos, con lo que permite que el régimen intente volver a negociar lo que ya ha aprobado en principio.

Además, el acuerdo no menciona explícitamente el derecho a manifestarse pacíficamente, una demanda clave de la oposición. También fracasa a la hora de plantear un mecanismo que permita supervisar su aplicación de manera efectiva. Ni cuenta con incentivos significativos ni tampoco con amenazas creíbles en caso de que el régimen incumpla sus compromisos o pretenda ganar tiempo. Simplemente, el acuerdo puede ser considerado poco realista.

Es difícil imaginar por qué el régimen podría poner en peligro su logro más significativo hasta la fecha, que es precisamente su capacidad de evitar  manifestaciones masivas que pongan en evidencia su falta de legitimidad y que ahora el movimiento de protesta tratará de organizar de nuevo.  De hecho, un gran número de sirios saldrán probablemente a las calles -incluso en Damasco- al llegar a la conclusión que el acuerdo les ofrece cierta protección".

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