Sobre las elecciones egipcias

Ayer y hoy se ha celebrado la primera vuelta de las elecciones parlamentarias egipcias que estoy siguiendo desde El Cairo. Los egipcios se están comportando de manera ejemplar y los centros de votación registran una gran afluencia. Con todas las personas con las que he tenido la oportunidad de hablar tienen la impresión de que están viviendo un momento histórico y que el país está registrando las primeras elecciones libres desde el derrocamiento de la monarquía. Habrá que ver los resultados, que se empezarán a dar a partir de mañana.

A mi regreso escribiré una reflexión más profunda sobre lo visto estos días. Mientras tanto os remito a la "Guía para seguir las elecciones egipcias" elaborada por Jordi Pérez Colomé en su web Obama World.

"1. No hay que tener prisa. Los resultados están previstos para el 13 de enero. Hoy las elecciones solo empiezan. Egipto tiene más de 80 millones de habitantes. La ley dice que en cada colegio electoral debe haber un juez y no hay suficientes para todo el país el mismo día. Así que se reparte en tres etapas. Hoy votan la mayoría de distritos de Cairo, Alejandría y otras ciudades. La última ronda será el 10 de enero. Por eso hay que esperar tanto. Cuando se haya escogido el Parlamento, empezarán además las elecciones a la otra cámara, el menos importante Consejo de la Shura.

2. No hay que esperar entender bien el sistema. El Parlamento tendrá 518 miembros: 508 son electos y 10 los nombra el presidente (ahora la junta militar). Dos tercios de los escaños se reparten entre listas cerradas que preparan los partidos. El otro tercio es para candidatos independientes, aunque muchos están afiliados a algún partido.

Cada egipcio deberá votar tres veces. Si no lo hace, su voto queda anulado. Una papeleta es para las listas cerradas. Las otras dos son para candidatos independientes. En las circunscripciones donde solo salga escogido un independiente, se hará una segunda vuelta el lunes próximo hasta que uno supere el 50 por ciento. En una reminiscencia del pasado, los futuros diputados independientes se dividen en dos: obreros y rurales, y profesionales liberales.

Los votos se distribuyen con un sistema de cuota Hare que, al contrario que la ley D’hondt que se usa en España y la mayoría de países, favorece a los partidos pequeños (aquí lo explican bien). Así que el Parlamento será más legítimo y democrático, pero más dividido. Hay quien especula que esta división provocará desgobierno y reforzará el poder del presidente, ahora la junta militar.

3. Quién se presenta. Las principales fuerzas políticas egipcias se presentan en cuatro grandes coaliciones. A grandes rasgos dos son islamistas: el más moderado Partido de la Justicia y Libertad, de los Hermanos Musulmanes, domina el grupo Alianza Democrática por Egipto, y los salafíes más radicales se presentan en el Bloque Islámico. Las dos coaliciones seculares son el Bloque Egipcio, dominado por el partido Egipcios Libres, del multimillonario copto Naguib Sawiris, y la Alianza Revolución Continúa, dominada por el Partido Socialista Egipcio.
El problema con estas alianzas es que algunas son antinaturales. En el Bloque Egipcio, junto al partido liberal de Sawiris están los socialistas de Al-Tagammu. Quería hacerse un grupo secular en contra de islamistas. Está por ver si dará resultado. Pero la sensación de unirse solo para conseguir algún escaño más puede ser perjudicial. Aquí explican con detalle los programas de cada grupo.

4. La función del nuevo Parlamento es imprecisa. Más allá de grupos y elecciones, la importancia real de este Parlamento será escoger un comité que redacte la Constitución. Eso es crucial por si los islamistas tienen mayoría. Aunque ni siquiera el poder constituyente está claro. Los disturbios de estos días los inició un documento de la junta militar que establecía que hubieran principios supraconstitucionales. Es decir, que los decidieran ellos. Si fuera así, el peso de quien redacte la Constitución se reduce.

5. El peligro del pucherazo. Tras Túnez, estas son las primeras elecciones libres de la primavera árabe. En buena medida es cierto: en 2010 el Partido Democrático Nacional de Mubarak iba a ganar. Ahora eso no pasará: hay por tanto más libertad. El resultado es un misterio, como en todas las elecciones, y más en Egipto porque no hay sondeos fiables.

Pero todo el mundo sospecha de que el Ministerio del Interior -el encargado de la seguridad electoral es el mismo que en 2010- o la junta militar preparan algo para controlar el resultado. Ayer dos personas me decían que podía ser peligroso. Puede ser, pero es un recuerdo del pasado, en que los baltagiya (matones), se encargaban de controlar quién votaba y la “seguridad” de las urnas. Este año por ejemplo se ha alargado sin explicación la jornada de voto: se podrá votar hoy y mañana. La noche es larga y oscura y las urnas dormirán en los colegios electorales. Son muchas horas sin vigilancia.

En plenos disturbios, hace unos días, la junta militar declaró que aprobaba una ley que se había discutido meses atrás para que los ex miembros del partido de Mubarak no pudieran presentarse. Era muy tarde e incluso las papeletas debían ya estar impresas. Además la presencia de esos políticos se reparte en vqrias listas. Nadie sabe cómo se aplicará, o ni siquiera si se hará. Si queda en nada, algunos de los beneficiados del presunto pucherazo podrían ser estos ex socios de Mubarak.

6. Ya se sabe quién ganará: los Hermanos Musulmanes. Nadie duda de que son la fuerza más sólida del país. La única duda es saber qué porcentaje conseguirán y que harán con esa victoria. El panorama que se abre es un misterio. En principio la junta militar seguirá nombrando al gobierno, pero los Hermanos pedirán que ahora represente mejor la legitimidad del Parlamento. Está por ver si le hacen caso.

7. El futuro tiene dos caminos. Hoy hay convocada en Tahrir una nueva marcha del millón. Parte de los activistas en la plaza boicotean estas elecciones porque creen que son ilegítimas. La junta militar no habría cumplido su papel en la transición y ceeen que la lucha debe seguir.

Dina Zakaria, miembro destacada de Hermanos Musulmanes, dice que “el movimiento debe expresarse en las instituciones”. Los Hermanos creen que a estas alturas de la transición la lucha ya está madura para que pueda seguir en los despachos y con negociaciones políticas. Los activistas, que tendrán menos representación, creen que no. Es en parte un peligroso juego de no admitir la voluntad de la mayoría. Pero siempre tendrán la excusa de las triquiñuelas de la junta militar y la violencia y muertes que ha provocado.

En los dos días que llevo en Cairo, he hablado con con periodistas extranjeros y ciusadanos egipcios. Nadie tiene ni idea de qué puede ocurrir a partir de mañana. La junta militar parece que juegue a esa ambigüedad,quizá porque no sepan bien qué hacer. Quiere proteger su futuro y sus privilegios, pero no tiene un plan claro. Hay además otros intereses del viejo régimen, aún muy presente. El sábado en la plaza Tahrir un egipcio me decía: “¿Tú crees que acabaremos por tener una democracia?” Las transiciones son largas".

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