¿Qué está pasando en Egipto?

El pueblo egipcio ha vuelto a la plaza de Tahrir. A pocos días de la celebración de las elecciones, la situación no puede ser más preocupante. La sociedad egipcia está hastiada de la Junta Militar, que tras la caída de Mubarak prometió que abandonaría el poder en un plazo de seis meses. Ahora pretende perpetuarse, al menos, hasta el 2013 y blindarse con una Constitución hecha a su medida.

Los militares han detentado un poder absoluto en la política egipcia desde hace sesenta años. Con el golpe de Estado de Nasser de 1952 asumieron el protagonismo político e ilegalizaron todos los partidos existentes. Desde entonces, Egipto sólo ha tenido tres presidentes: Nasser, Sadat y Mubarak. Es normal, por lo tanto, que los militares se resistan a abandonar el poder y ceder el mando a un gobierno civil.
En mi opinión lo que se está debatiendo es el futuro de Egipto y la parcela de poder de cada actor. Los militares, convencidos lampedusianos, son partidarios de que todo cambie para que todo siga igual. Aspiran a una Constitución a la turca o a la pakistaní que reconozca su primacía y que consagre la actual repartición de poderes, a lo que se niega buena parte de la escena política egipcia. Probablemente hayan intentando, sin demasiado éxito por lo que parece, una alianza con los Hermanos Musulmanes para mantener el statu quo cooptando a los islamistas moderados. El problema es si esa alianza 'contra natura' será permitida por el resto de actores políticos y recibirá la luz verde de EEUU y la UE.

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