Wikileaks XIX: Saddam y Kuwait

Un cable del 25 de julio de 1990 recoge la célebre conversación entre el presidente de Iraq y la embajadora de EEUU en Bagdad April Glaspie antes de la invasión de Kuwait. El cable es esclarecedor, porque aporta algunos datos no demasiado conocidos, entre ellos el profundo malestar de Saddam Husein ante las maniobras militares conjuntas de EEUU, los Emiratos Árabes Unidos y Kuwait. Al mismo tiempo, el dictador esconde sus planes al señalar que las diferencias entre Iraq y Kuwait debían resolverse a través de la diplomacia árabe. El cable concluye: "Saddam afirmó que los iraquíes sabían lo que era una guerra y no querían otra: 'No nos empujen hacia ella; no hagan que sea la única opción con la que podamos proteger nuestra dignidad'". 
Entre otras cosas, "Saddam dijo que tras la victoria de Fao, comenzaron a tomar fuerza los malentendidos iraquíes en torno a los propósitos del gobierno de EEUU, por ejemplo las sospechas de que EEUU no estaba contenta por el final de la guerra [con Irán]". El dictador iraquí lanzó un claro mensaje: "Si Iraq es humillado en público por la administración americana, no tendrá más remedio que 'responder'". Según el cable, "la embajadora le había dejado claro que no puede tolerarse la resolución de las disputas más que por medios pacíficos".

Un Saddam desesperado reclamó un Plan Marshall para Iraq y constató que las arcas iraquíes estaban vacías. Además, el bajo precio del petróleo hacía imposible a Bagdad hacer frente a sus 40.000 millones de dólares de deuda exterior: la mayor parte contraída durante la guerra contra Irán (1980-1988). De hecho, el dictador consideró que EEUU (junto con Kuwait y los Emiratos) eran los responsables de estos bajos precios y les amenazó: "Quienes fuerzan a la baja los precios del petróleo están librando una guerra económica e Iraq no puede aceptar tal trangresión de su dignidad y prosperidad". El cable también señala: "Saddam advirtió que así como Iraq no amenaza a otros, tampoco aceptará amenazas: 'Esperamos que la administración americana no lo malinterprete'". Además recordó que "fue Iraq, y no EEUU, quien protegió a los amigos de EEUU durante la guerra del Golfo". Saddam también se quejó de que tanto la CIA como el Departamento de Estados norteamericanos habrían estado tanteando a sus posibles sucesores para la presidencia de Iraq: "Algunos círculos están reuniendo información sobre quién debería ser el sucesor de Saddam", llegó a decir.
La parte más interesante del cable es la relacionada con la inmediata invasión de Kuwait por Iraq, que tuvo lugar tan sólo unos días más tarde: el 6 de agosto de 1990. Ante las maniobras de la Guardia Presidencial en la línea fronteriza, la embajadora pregunta "¿cuáles son tus intenciones?". Saddam le contesta entonces: "¿Cómo podemos hacerles comprender (a Kuwait y a los Emiratos) lo que estamos sufriendo? La situación financiera es tal que tendremos que cortar las pensiones a las viudas y los huérfanos... Lo he intentado todo: he enviado mensajeros, he escrito cartas, he pedido al rey Fahd que organice una cumbre cuatripartita... A pesar de que estaba por debajo de nuestras expectativas aceptamos el Acuerdo de Yedda... Dos días después, el ministro de Asuntos Exteriores kuwaití anunció que lo anularía en dos meses". Tras cerrar una nueva reunión con los kuwaitíes con la mediacion egipcia, Saddam señala a la embajadora de EEUU: 'He dicho a Mubarak que 'Nada ocurrirá hasta dicha reunión' y nada ocurrirá durante o después de la reunión si los luwaitíes nos 'dan alguna esperanza'".

Si sumamos todas y cada unas de las palabras de Saddam Husein, ¿cómo no iba a pensar EEUU que el presidente iraquí estaba dispuesto a todo y que no veía otra salida que la de la guerra?

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