El discurso del Asad

El pasado domingo, Bashar al-Asad hizo su última aparición pública. Lo más novedoso de su discurso fue su falta de novedades. A pesar de 21 meses de represión y de más de 60.000 víctimas, el presidente sirio sigue insistiendo en la teoría de la conspiración internacional y llamó a los países vecino a que dejen de finanaciar "a los grupos terroristas". También se pronunció en torno a un eventual diálogo nacional, pero descartó cualquier negociación con "quienes han traincionado el país".

Abdel Bari Atwan, director del diario panárabe Al-Quds al-Arabi, publicaba hace unos días "Una lectura pormenorizada del discurso del Asad". La versión española aparecía ayer en el blog Traducciones de la Revolución Siria de Naomí Ramírez.

"Cinco acontecimientos principales pueden, mediante la profundización en ellos y la comprensión pormenorizada de sus matices y significados, llevarnos a inducir los elementos de la escena siria global, en los próximos meses del nuevo año.

El primero es el prolongado discurso que ha emitido el presidente Bashar al-Asad ayer en el que ofreció un plan, una salida pacífica a la crisis y su visión del futuro del país.

El segundo es la emisión de una fatua por parte del muftí general de Arabia Saudí, el sheij Abd al-Aziz al Sheij, en la que prevenía a los ulemas saudíes de llamar a la yihad en Siria y les pedía que se limitasen a orar por los luchadores y apoyarlos con dinero, pero por medios oficiales.

El tercero es el anuncio de Benjamin Netanyahu, el primer ministro israelí, de la intención de su gobierno de edificar un muro a lo largo de los Altos del Golán como medida de protección tras la llegada de la “yihad internacional” a las fronteras y la ocupación por parte de sus miembros del lugar del ejército sirio que se ha retirado de la zona.

El cuarto es el aumento de las quejas de la oposición armada sobre el terreno, liderada por el ESL, del cese de la llegada de ayuda tanto económica como militar, lo que refleja un cambio en las posturas de los Estados que les apoyan, árabes y occidentales, de forma temporal o permanente.

El quinto es la próxima celebración de una Conferencia en Ginebra dentro de dos semanas con la participación de miembros sirios opositores que creen en el diálogo con el régimen bajo el lema de la preservación de la unidad geográfica y demográfica, y la prevención de la división del país y su desintegración. Lo que llama la atención es que esta conferencia, como dijeron sus organizadores, está apoyada por países europeos entre los que se encuentran Alemania, Suecia y Suiza [...].
¡Hay tres puntos que se mencionaron en el discurso y que descubren la situación de negacionismo del presidente que no se pueden ignorar:

El primero: Su propuesta de una iniciativa pacífica, que incluye nuevas elecciones, un nuevo parlamento, una nueva constitución y un diálogo nacional inclusivo, supone un reconocimiento de que todos los “pasos reformistas” que ha dado a trompicones en un intento de contener el enfado de la calle en su momento, y que se materializaron en elecciones parlamentarias y una constitución no han convencido y no han logrado ganarse a la calle ni interior ni exterior.

El segundo: Su descripción de la primavera árabe como una “burbuja” es demasiado simplificada, pues la primavera árabe, aunque discrepo con este término, ha derrocado a un régimen egipcio que había paralizado a la comunidad árabe durante más de cuarenta años y que estaba al servicio del proyecto sionista, del asesinato de la resistencia y la humillación de la comunidad. Además de que si la primavera árabe no hubiera tenido lugar, el presidente Asad no habría hablado de un diálogo inclusivo y un nuevo parlamento electo, ni habría reconocido la existencia de una oposición interior con la que se debe dialogar, ni las injusticias que habían acaecido al pueblo sirio durante los cuarenta últimos años. Tal vez sirva recordar que el presidente Asad incitó a la revolución contra los regímenes “no antiimperialistas” al inicio de esta “primavera”.

El tercero: Que dijera que no hay una oposición con la que se pueda dialogar, y expresara su total rechazo a hablar con la oposición exterior, pues la falta de presencia de una oposición en Siria se debe al rechazo del régimen a que existiera cualquier oposición más que en las cárceles y centros de detención. Incluso la oposición interior que acepta el diálogo, como los señores Hasan Abdel Azim, Aref Dalila y Louay Hussein, y antes que ellos Michel Kilo (la lista es más larga), habían estado en las cárceles y habían cumplido su tiempo de condena, siendo sometidos a torturas corporales, psicológicas o ambas [...].

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