Controvertido Nobel

Ayer domingo publiqué en The Objective esta breve reflexión sobre el Nobel de la Paz.
 
La concesión del Nobel de la Paz a la Organización para la Prohibición de Armas Químicas ha sorprendido a propios y extraños, entre otras razones porque su misión en Siria apenas acaba de comenzar. La destrucción del arsenal químico sirio (más de mil toneladas de gas sarín y mostaza distribuidos en medio centenar de enclaves) se antoja una tarea complicada, habida cuenta de que el país se encuentra envuelto en una cruenta guerra civil y el régimen ha perdido el control de una parte no desdeñable del territorio.
 
No cabe duda que el galardón supone un aldabonazo para Estados Unidos y Rusia, que negociaron contra reloj para lograr la destrucción de las armas de destrucción masiva sirias. Tampoco puede negarse que este acuerdo tiene elementos positivos, como que dichas armas no volverán a emplearse contra la población civil, pero tiene también implicaciones negativas, ya que reconoce al régimen sirio como interlocutor y, de esta manera, le otorga un balón de oxígeno en un momento especialmente delicado. 
(FILES) A photo taken on October 9, 2013 shows a poster of Syrian President Bashar al-Assad on a wall as a United Nations vehicle carrying inspectors from the Organisation for the Prohibition of Chemical Weapons (OPCW) leaving a hotel in Damascus (AFP Photo / Louai Beshara)
Además serán necesarios al menos nueve meses para completar la destrucción de dicho arsenal. Durante este periodo el régimen sirio estará blindado, ya que su supervivencia es indispensable para garantizar el cumplimiento del acuerdo. Mientras tanto podrá seguir empleando armas convencionales (incluidos misiles Scud y aviones Mig) para aplastar las posiciones rebeldes y recurrir a fuerzas extranjeras (el Hezbollah libanés y la Guardia Revolucionaria iraní) para golpear a la oposición.
 
Si partimos de la base de que la destrucción de las armas químicas no pondrá fin a la guerra civil siria, la concesión del Nobel de la Paz a la misión de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas parece ser un brindis al sol destinado a contentar a Estados Unidos y Rusia y a premiar su estrategia de prolongación indefinida de la guerra siria.

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