Las cofradías sufíes en Siria

Uno de los cables de la Embajada de EEUU en Damasco que mencioné ayer presta una especial atención a la instrumentalización del Islam por el régimen sirio. Como el asunto de la cooptación de las cofradías sufíes es bastante poco conocido, me permito retomar unos cuantos párrafos de un artículo que publicaré próximamente en un monográfico de la Revista CIDOB d'Afers Internacionals dedicado al Islam político y coordinado por el profesor Ferran Izquierdo.

En los últimos diez años se ha registrado en Siria una islamización horizontal que pone en tela de juicio la imagen de Siria como un muro de contención frente al islamismo. El régimen baazista ha optado por una islamización otorgada esponsorizando a diversas cofradías sufíes con la intención de reducir al máximo la exposición del país al fenómeno yihadista. Por otra parte se ha mantenido la ilegalización de los Hermanos Musulmanes, aunque a la vez se han desarrollado contactos directos con ellos que han permitido la liberación de cientos de presos políticos y el retorno de decenas de exiliados.

Tras la irrupción del nacionalismo árabe en la década de los cincuenta y la llegada al poder del Baaz se dio una revitalización de las cofradías sufíes o yama`at como reacción tradicionalista ante la expansión del ideario secular. Estas cofradías, que centran su acción en el terreno espiritual intentando convertir a los fieles en modelos de piedad, habían conseguido sobrevivir porque, como dice Paulo Pinto, las autoridades las consideraban “una simple reliquia folklórica que desaparecería con la modernización de la sociedad”, gracias a lo cual consiguieron esquivar el férreo control que el Estado autoritario imponía a toda actividad religiosa.

Tras el bombardeo de Hama en 1982 para sofocar la revuelta islamista, el presidente Hafez al-Asad cooptó a las personalidades más destacadas del Islam sufí y esponsorizó sus actividades aunque permitiéndoles conservar su autonomía. El Islam sufí tenía un valor añadido, ya que no era militante como el de los HHMM. Es más: el régimen sirio y el movimiento sufí tenían un enemigo común: el salafismo wahhabí que consideraba al sufismo un ‘anatema’ (takfir) y una ‘innovación’ (ibda`) ajena al Islam que debía ser combatida.  
Pese a que el régimen sirio nunca ha intentado producir clérigos baazistas, tampoco ha escatimado esfuerzos a la hora de cooptar a las cabezas visibles de las influyentes cofradías sufíes. Como destaca Pierret, “dada la sistemática represión de activistas islámicos, los clérigos suníes han ocupado una posición hegemónica en la escena religiosa siria. Al respaldar activamente al régimen, algunos de estos clérigos (ulama) han sido capaces de monopolizar el acceso a las instituciones y a los medios de comunicación oficiales siguiendo el ejemplo del gran muftí Ahmad Kaftaru y del kurdo Said Ramadan al-Buti”, todo ello sin sacrificar su credibilidad entre los círculos religiosos y sin perder su base social de apoyo.

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