Wikileaks VII: Maniobras de acercamiento entre Damasco y Washington

Desde la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca se han dado varios intentos de acercamiento entre Siria y EEUU. A pesar de ello, las relaciones distan mucho de haber mejorado como prueba el rechazo del Congreso norteamericano a enviar un nuevo embajador a Damasco. La Ley de Responsabilidad Siria, que acusa al régimen baazista de respaldar el terrorismo y disponer de armas de destrucción masiva, sigue vigente y, en líneas generales, Washington sigue desconfiando de Siria, un actor que se niega a romper su alianza estratégica con Irán y a retirar su apoyo a Hezbolá y Hamas, abanderados de la 'resistencia islámica' contra Israel.

Es sumamente interesante ver los tiras y aflojas entre las partes para comprender las razones que impiden una plena normalización de las relaciones bilaterales. Una magnífica muestra para comprender el mercadeo entre unos y otros la ofrece el encuentro del 18 de febrero de 2010 en Damasco entre una delegación norteamericana, el viceministro de Asuntos Exteriores Faisal al-Miqdad y el director de la Inteligencia General Ali Mamluk para debatir la cooperación en temas de seguridad. Los participantes valoraron la posibilidad de que Siria y EEUU colaborasen de una manera más activa en el combate contra los grupos yihadistas (en las conversaciones se emplea siempre el término takfiríes) que se infiltran en Irak por la frontera siria. Los interlocutores sirios exigieron a cambio varias contraprestaciones, entre ellas un aligeramiento de las sanciones económicas (para permitir adquirir un avión para los viajes del presidente) y el levantamiento del boicot a que Siria entre en la Organización Internacional de Comercio.  
La infiltración en Irak de grupos yihadistas vinculados a al-Qaeda a través de la frontera siria es una preocupación común, por lo que ambos países podrían coordinarse para ponerle freno. En varias ocasiones, Mamluk recuerda que su presencia en la reunión no implica que el inicio de una cooperación en asuntos de seguridad e inteligencia entre ambos países, pero sí que podría ser un punto de arranque si en el futuro se dieran las condiciones necesarias: es decir, si existiera “un progreso en los asuntos políticos”. 

Miqdad y Mamluk condicionaron esa coordinación a tres cuestiones: 1) Siria debería dirigir las acciones y no limitarse a detener a los terroristas buscados por EEUU; 2) una mejora en las relaciones bilaterales facilitaría la cooperación antiterrorista, ya que supone una “contradicción” la presencia de Siria en la lista de países que financia el terrorismo mientras, al mismo tiempo, se le pide que tome parte en actividades contraterroristas; 3) “para convencer al pueblo sirio de que la cooperación con EEUU les reportaría beneficios, es necesario un progreso en lo que respecta a las sanciones económicas, que incluiría repuestos para los aviones sirios y un avión para el presidente al-Asad”.

La delegación siria apuntó que su país tenía tres décadas de experiencia a la hora de combatir a los grupos radicales como los Hermanos Musulmanes, lo que debería tenerse en cuenta. Además, Mamluk manifestó que los servicios de inteligencia sirio tenían una mayor capacidad de penetración en los grupos radicales: “En un primer momento no los atacamos ni los matamos. En su lugar, nos infiltramos en sus redes y solamente actuamos en el momento oportuno”. Efectivamente, los todopoderosos servicios de inteligencia sirios han sido capaces de frenar la irrupción del yihadismo, eso sí violando sistemáticamente los derechos humanos tal y como han denunciado numerosos informes. El viceministro de Asuntos Exteriores consideró que la lucha contra los elementos yihadistas era “una cuestión de seguridad nacional para Siria”.

Comentarios

  1. Resulta sumamente interesante observar los intentos de mejora en materia de seguridad entre siria-eeuu cuando aparentemente persiguen fines políticos (a largo plazo) tan diferentes. A la vez, las relaciones comerciales entre ambos países son tan débiles -sino nulas- que éste proyecto presenta, efectivamente, una oportunidad de mejora económica para el estado sirio. Para ello hará falta que Asad presione al gobierno de la Casa Blanca que es, en fin, el que resultará sumamente beneficiado de éstas medidas.

    Alberto B.
    Damasco, Siria

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